Tarde de
Miércoles Santo. Juan Carlos toma asiento tras la mesa vestida de azul que es,
a un tiempo, petitoria y donante. A su izquierda, la puerta abierta; a su
derecha, el paso del Nazareno Chico preparado para salir cuarenta y ocho horas
después. Ana es de las primeras en acudir al reclamo de una firma y, sobre
todo, un encuentro. Mientras ojea y hojea, sus ojos recalan en la hoja. Tenía
que ser precisa y providencialmente esa, la de sus flores, la que fuera vientre
para los versos-frutos de Esther. Olor a imprenta y a jardín en aquella capilla
en vísperas que anhelaba la Pascua florida confiando su florecimiento a la
Madre, Alma Mater. Era 5 de abril
pero ya se soñaba con este mayo recién nacido, porque mayo siempre se espera
como su agua.
1. El labora cofradiero sería vulgar activismo si no lo precede, lo
sucede y lo preside un ora paciente y
cuidado. 2. «Las espinas de la vida
serán las flores de la eternidad» (San Juan Bosco). 3. Quinientos diecisiete años necesitando a sus cofrades, a todos y
a cada uno. 4. ¿Ves en la cruz de mayo un brote verde? / ¿No ves, en cinco flores,
cinco heridas? / Las acciones del Señor no olvidas / si dejas que ese árbol te
recuerde. 5. Cada viernes de
Pascua nos invita a recorrer estaciones del vía
lucis para encontrar gloria en las llagas, vida donde hubo muerte. 6. Azulines,
todo un reto de acompañamiento, de transmisión de la fe, de siembra de la única
semilla. 7. Alma Mater es regalo en este Día de la
Madre: para ella, para las que en ella aprenden, para los que como ella acogen.
Con las de la página 54 y el resto de las maravillosas flores que Carmen
Borrego ha cultivado.
8. Un mes ya desde que Paulina y Rosario pusieran a los pies del Resucitado
la alfombra para su fiesta, como perfume de nardo derramado. 9. Y un mes desde que guardara uno de
sus pisados claveles, custodio de santas huellas, para confiarlo al agua junto
al agua, allá en la orilla romera de la Tierra del Pan, entre el banco y el
puente. 10. «Más fruto se saca
examinando cada uno su conciencia que queriendo remediar la ajena» (San Juan de
Ávila, patrono del clero secular español y doctor de la Iglesia). 11. No es cruel la conciencia cuando muerde / sino buen
pastor de ovejas perdidas: con su tierna
voz las quiere reunidas, / volverá a buscar si una se pierde. 12. Dos semanas para las promesas, hasta
del Paraíso si es preciso, mientras aprendemos a sacar la Semana Santa de las
concejalías de cultura, turismo o festejos. 13. Fátima, pero también la Dedicación de la Catedral de Salamanca,
floral en cuanto mariana en su emblema, iglesia madre... y además grande para
poder ejercitar más a gusto la maternidad. 14.
Peregrinos a Cabrera, tras la misma Cruz que volvió con sus rojos claveles a la
casa de todos, la procesión del Resucitado; ojalá regresen o acudan los
ausentes: puerta abierta.
15. Labrador Isidro, protector de cofrades
hortelanos, procura siempre quitar el agua y poner el sol como este año. 16. Un sendero misterioso une el jardín
del Edén con aquel donde había un sepulcro nuevo y Jesús fue confundido con el
jardinero: para no perdernos, el mapa está en otro huerto, el de Getsemaní. 17. San Pascual Bailón, patrono de la
adoración eucarística, no pocas veces proscrita, bendita moda si acerca almas a
Cristo, por ejemplo en medio de una procesión. 18. ¿Ves cómo hace de la Cruz cayado, / la floreada vara que es sostén / y
que en sus pétalos de paz sosiega? 19.
«Eres huerto cerrado, hermana mía, esposa» (Cnt 4,12). 20. El Señor Dios Altísimo te
ha bendecido, Virgen María, entre todas las mujeres de la tierra, porque ha
sido glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en la boca
de todos (antífona de entrada de la Misa del Dulce Nombre de María).
Bendición en San Esteban, para que en Jueves Santo salga a las calles tras el
paso de la Santa Cena. 21. La Ascensión ahora, otrora
el domingo de su infraoctava, o cómo fijar los ojos en la Cruz para hacer
memoria de sus milagros y orar en la espera del Sancti-Spíritus prometido.
22. Era lunes y vino a mi lado, sosteniendo con
blancos guantes la sacra que aquella noche recordaba a Benedicto XVI con su Deus caritas est, a la vera del Cristo
de la cruz verde; la madre siempre está al lado: ¡gracias! 23. En los patios de los colegios, y más si son salesianos, se
riegan las plantas que surtirán de flores tantos pasos, tantas tardes, tantas
vidas. 24. Auxilio de los
cristianos, ruega por nosotros. 25. Flor de un mayo en Gólgota elevado, / la
victoria de Cristo Nuestro Bien / en la Cruz, que es altar, brota y se entrega.
26. «Sed buenos si podéis» (Felipe
Neri, el santo rodeado de españoles, que a sus niños enseñaba a cubrir de
flores las peanas de la Virgen, venid y
vamos todos...). 27. El último
sábado reserva su aurora para la oración del rosario, Gran Vía adelante, y
también es amanecer de nuevos servicios a la Iglesia diocesana: «Es un equipo
joven. Hay que apoyarlo. Reza mucho». 28.
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, monacales y costaleros, habitantes de Mesopotamia, de Judea,
Capadocia, Triana y Bercianos de Aliste, del Ponto y Asia, del barrio de la
Macarena y del de Garrido, de Frigia y Panfilia, de Calanda y Medina de
Rioseco, de Egipto, de la zona de Libia que limita con Cirene y de la zona del
paso blanco de Lorca que limita con el paso azul, hay ciudadanos romanos
forasteros, tanto judíos como prosélitos, hay cofrades y no cofrades, cretenses
y árabes, salmantinos y turistas, y cada uno los oímos hablar de las grandezas
del Señor en nuestra propia lengua (cf. Hch 2,9-11): Pentecostés, Pascua del
Espíritu Santo.
29. Lunes de Pentecostés, María /
que es la Madre de la Iglesia, / que es Rocío y es la Concha / caminando hacia
La Hiniesta. 30. Una vez
salí de casa y tuve un barrio que le reza a la Virgen del Yermo, para la que
guardo mis flores de esa edad en la que empecé a aprender a ser médico en la
querida Zamora. 31. «María se
levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña» (Lc 1,39). Levantarse y caminar lo hace estupendamente Juan
Carlos López Pinto, por muy escarpada que sea la montaña, y aquí está su
generoso Alma Mater, siguiendo el
ejemplo de la que a su solícita visitación fue respondida por Isabel con el
mayor piropo que nunca se ha pronunciado, la flor más hermosa de la Historia: «¡Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Bienaventurada la que ha
creído» (Lc 1,42.45).
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