20-10-2025
Es muy conocida la sentencia «si vis pacem para bellum» (si quieres la paz prepara la guerra). Parece ser que es en lo que anda inmerso nuestro mundo, pero no todo, porque en África, p. ej., poco pueden hacer para prepararse, tampoco son temidos y, por ello, explotados.
Dicho lo cual, recordamos otra sentencia no menos conocida: «homo lupus homini» (el hombre es un lobo para el hombre) que contemplando las circunstancias actuales da la impresión de que así es y por esto hemos llegado a esta situación.
Una tercera sentencia: «homo homini sacra res» (El hombre es una realidad sagrada para el hombre). Esta sentencia es de Seneca, filósofo estoico que vivió en el siglo I. Podemos decir que el hombre ha de ser respetado solo por el mero hecho de ser hombre. Este es el fundamento de los Derechos Humanos.
En el siglo III-II a. C. se había dicho: «homo lupus...». Pero en el siglo I d. C. se dice: «homo homini sacra res» (El hombre es una realidad sagrada para el hombre). La sentencia «Si vis pacem…» aparece datada en el s. IV como muy pronto. Observando la secuencia histórica la visión negativa de la frase «el hombre es un lobo para el hombre» parece corregida y superada por el contenido de «el hombre es una realidad sagrada para el hombre». Sin embargo «si quieres la paz prepara la guerra» parece tener su fundamento en relación con la más antigua y no con la que tiene carácter positivo y que es bastante posterior: «el hombre es una realidad sagrada para el hombre».
Sin embargo, en los evangelios, escritos en el siglo I, podemos leer: «Pero vosotros no os hagáis llamar “rabí,” porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor, Cristo. El más grande de vosotros sea vuestro servidor. El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare será ensalzado» (Mt 23,8-12). Pongamos en latín «todos vosotros sois hermanos», resulta pues «omnes vos fratres estis».
No solo es, el hombre, una realidad sagrada ya que tiene por Padre a Dios. Además, no existe entre los seres humanos ninguna diferencia que justifique la superioridad de uno sobre otro. Creer esto en esta circunstancia que nos toca vivir es un compromiso que conlleva riesgos: ser engañado, infravalorado, etc. y claro está, esto es ser humillado, sin duda. Ahora bien, creer que seremos ensalzados es la única fuerza que nos puede ayudar a optar por Cristo, superando de este modo no solo que el hombre sea un lobo para el hombre o que si queremos la paz hemos de preparar la guerra.
Bien mirado, hemos de reconocer que en la Semana Santa
celebramos justamente esto, que Jesús de Nazaret vivió este riesgo hasta sus
últimas consecuencias, más allá de las que hoy podemos esperar. Además,
celebramos que su palabra se cumplió: resucitó y nos ha hecho capaces de
esperar contra toda esperanza que es posible vivir: «todos vosotros sois
hermanos». La fe ha de cristalizar en los en los momentos de la vida de cada
día para que en el desarrollo de la Semana Santa se pueda contagiar lo que cada
cofrade lleva dentro de su corazón. No se contagia lo que se dice, tampoco se
aprende, justamente por eso, se contagia lo que se vive y no lo que parece ser
y no es.




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