viernes, 9 de marzo de 2018

¿Qué hacemos con los jóvenes?

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Tomás González Blázquez

Un grupo de jóvenes adolescentes de la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños | Fotografía: Pablo de la Peña

09 de marzo de 2018

Nada. Nada distinto. Nada especial. O mejor, que hagan ellos. Y aún mejor, que no hagan, que sean. Menos activismo y más profundización en lo esencial. Pero la pregunta vuelve, y vuelve, y vuelve… "¿Qué hacemos con los jóvenes?".

Los jóvenes cofrades, se entiende. Sí, esos que abundan no se sabe muy bien por qué. En la Iglesia a los jóvenes se les echa de menos y, de repente, mira uno a las cofradías y se encuentra con jóvenes. Bastantes jóvenes. Nuevos jóvenes. Seguramente más parecidos a los que no pisan una parroquia cualquiera un domingo cualquiera que a los que sí lo hacen. Probablemente más entusiastas de un altar de cultos con muchos candelabros y jarrones que de un coro de guitarras y un presbiterio decorado con telas de colores. Piadosamente tradicionales pero ni muy píos ni muy tradicionalistas. Y entonces, la pregunta: ¿qué hacemos con ellos? La cuestión puede suscitarse, y a menudo se suscita, en la junta directiva de una hermandad, en la delegación de pastoral juvenil de una diócesis o en un párroco al que le ha caído en suerte una cofradía en su comunidad (nunca en desgracia, aunque puede pensarlo a veces y humanamente se le comprende).

Mi respuesta, sin desarrollar y sin recetas, la di en el primer párrafo, pero conviene recordar lo que ya se ha hecho, o se sigue haciendo, o se dijo que se haría. Casi todas las cofradías integradas en la Semana Santa salmantina han tenido en algún momento algo que han denominado "grupo joven". Los ha habido o los hay hasta con una especie de equipo directivo, han escogido patronos o nombre propio, se han tendido lazos entre sus responsables y/o los vocales de juventud de las juntas de gobierno de las diferentes hermandades, han organizado solidarias recogidas de alimentos, han rezado alguna vez (de eso he tenido menos noticia) y hasta han anunciado excursiones a parques de atracciones en barroca orla de cultos. Han nacido, han crecido poco y se han disuelto. O los han enfriado para combatir calores indeseados. O se han quedado en una declaración de intenciones. De todo ha habido. También buenos frutos.

Junto a las iniciativas particulares de cada cofradía, tuvimos una asociación juvenil de inspiración cofrade, en la que surgió el Pregón Joven de la Semana Santa aún conservado (¡larga vida tenga!), la Junta de Semana Santa tuvo en cuenta a los niños y jóvenes en su 75º aniversario, aunque se tratara de una actividad eminentemente lúdica, y la diócesis apostó por la pastoral juvenil cofradiera a través de un encuentro anual (se celebró de 2011 a 2015; el de 2016 se suspendió por falta de participantes) y de un vía lucis que cuando no se ha ceñido al formato paso-banda se ha quedado en acto minoritario. En los encuentros nacionales de jóvenes cofrades celebrados en Sevilla (2015) y Palencia (2016) también hubo grupo de la diócesis salmantina: ojalá ese vínculo se retome y en la cita de Santander del próximo otoño los jóvenes cofrades de la Iglesia de Salamanca, sean penitenciales o no, de la capital o de los pueblos, acudan unidos bajo esa misma identificación, la que les es natural.

Profundizar en lo esencial, apunté al principio. Y eso es. Jesús en el centro. Para el ocio y el tiempo libre las ofertas son múltiples. Para trascender de ese fenómeno emocional, estético e identitario que reúne a los jóvenes en una cofradía la oferta la deben hacer la propia hermandad, su parroquia y su diócesis. Una oferta en la que el joven tenga voz, voto y protagonismo. Y que en frente y junto a él a quien se encuentre sea a Jesús. Él sabrá mejor que nosotros qué hacer con los jóvenes.


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