viernes, 19 de marzo de 2021

En la «casa de San José» de Tortosa

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Paulino Fernández

Icono de San José en la capilla de los Siervos del Hogar de la Madre, Cantabria

19-03-2021


En el año 2020, en concreto el 8 de diciembre, publicaba Su Santidad, el Papa Francisco, la carta apostólica «Patris corde» en la que, coincidente con el 150 aniversario de la designación del Santo Patriarca como patrono de la Iglesia Universal, declara este 2021 año de san José. Así pues, teniendo la grandísima suerte de publicar en el día de san José, mi artículo no podía ir en otro sentido que en el de dedicárselo al padre terrenal de Jesús.

Quizás algunos se pregunten, o no, si mi texto se dirigirá a la cofradía del barrio homónimo, a quienes felicito en su onomástica, pero estas líneas no van en ese camino. Otros, por su parte, quizás considerarán que voy a dedicar estas líneas a la importancia que la figura paterna tiene en el desarrollo y crecimiento de los pequeños cofrades, muchos de los cuáles dieron sus primeros pasos entre los Pasos de las manos de aquéllos que pusieron sus esfuerzos, ganas y trabajo para que esa Semana Santa humilde sea hoy la Semana Santa de Interés Turístico Internacional, con sus virtudes y defectos, que es. Pero tampoco será así.

Hoy, día de san José, oriento mi artículo hacia aquel otro patronazgo del santo carpintero, a menudo poco recordado, y, a mi parecer, muy maltratado desde el ámbito cofrade: los seminarios. Una relación que podemos observar en el siglo XIX tras el providencial encuentro entre el Apóstol de las Vocaciones, el Beato Manuel Domingo y Sol, y el seminarista Ramón Valero, que dio lugar al nacimiento de la casa de San José para seminaristas necesitados. A día de hoy, la situación de quienes se preparan para recibir el sacramento del orden es diametralmente opuesta, al menos en nuestro entorno, a la que se encontró Mosén Sol en aquel medieval Portal del Romeu tortosino. Sus necesidades básicas, personales y formativas, están cubiertas, sí. Pero ello no conlleva, ni puede hacerlo en modo alguno, que desde la comunidad cofrade de nuestra diócesis se deje de lado su realidad.

Porque desde las diferentes corporaciones observamos múltiples obras y ejercicios de caridad y solidaridad. Algunas durante todo el año. Otras que sólo salen a relucir en periodos concretos del año, particularmente la Navidad. Sin embargo, ninguna de ellas se dirige a la colaboración con la Pastoral Vocacional, ni con las vocaciones que ya han nacido, ni con aquellas que están por descubrir. No se observa implicación ni participación de las cofradías en los diferentes actos que, bien desde la Delegación Diocesana para el Clero y las Vocaciones Sacerdotales o bien desde el Seminario Diocesano, se desarrollan para orar o acompañar las vocaciones al sacerdocio que, en nuestra diócesis, se desarrollan. A mayores, tampoco se ha realizado un trabajo constante y real desde las mismas asociaciones públicas de fieles a fin de fomentar, o descubrir, las vocaciones que entre sus miembros pudiesen suscitarse.

Así pues, es necesario que, desde las diferentes hermandades, se comience a trabajar en conjunto con los diversos servicios y delegaciones encargados de la pastoral vocacional. Es de importancia capital realizar actividades propias, o incluirse en las diocesanas, a fin de ayudar a los jóvenes de la corporación a escuchar qué pide el Señor de ellos y trabajar, en colaboración con las parroquias u órdenes respectivas, a fin de cooperar en su camino de santidad. Porque mucha es la mies y muchos son los obreros que se necesitan para la misma. Y, desde las asociaciones públicas de fieles, hemos de colaborar en esta encomiable acción pastoral.

Porque a nadie se le escapa que, si las cofradías son un vehículo de expresión de la fe para tantas personas, si son una herramienta para acercar al culto a quienes que se han distanciado de la fe, ¿cómo no van a ser de la misma manera un espacio en el que descubrir la vocación propia y personal de cada uno?

 

P.D. Aprovechando que el Señor me permite felicitar a mi padre un año más, no puedo dejar escapar esta ocasión de hacerlo. ¡Felicidades, papá!

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