viernes, 15 de octubre de 2021

De aquellos lodos, estas cerámicas

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J. M. Ferreira Cunquero

Nazareno Hermandad Universitaria | Foto: jmfcunquero
15-10-2021

Bastante tenían aquellos responsables de nuestra Semana Santa por los años 60 y 70 con hacer posible que saliesen a la calle las procesiones.

En aquel espacio de tiempo calamitoso y difícil de olvidar, desaparecen algunas cofradías y con ellas quedan ocultas varias imágenes en los templos para siempre. De las que soportan aquel calamitoso trance por no tener hermanos suficientes, precisan nazarenos de fila de otras hermandades y gente pagada para portar los pasos.

Como digo, bastante fue que lograsen recorrer el desierto del abandono hasta llegar a los primeros vestigios del cambio esperado que empezaba a dar novedosos frutos. Aquellos responsables de la S. S. dedicaron sus esfuerzos a conseguir cierto decoro en unas cofradías que portaban el lamentable aspecto de un desastre sin límites y a lidiar con las instituciones y con la propia Iglesia, que parecía celebrar aquel declive cofrade.

Basta recordar la lucha de aquel sacerdote y catedrático de antropología de la UPSA (nuestro recordado Francisco Rodríguez Pascual) en favor de este aspecto de la piedad popular que, según él, tenía una relevancia que la Iglesia no acababa de descubrir. Ahí quedan sus libros y artículos de prensa que tanta polémica suscitaron muchas veces en las cofradías y en la propia curia. Cuando algún obispo hizo comparecer al bueno de don Paco para pedirle cuentas, el claretiano carbajalino aprovechó su ilustración para dejar en evidencia a los agoreros que, dentro de la Iglesia, celebraban la ruina procesional de aquellos inolvidables y aterradores años.

Aunque este tiempo que vivimos nada tiene que ver con el que fraguó aquella crisis tan lamentable, hemos de admitir que en el aspecto religioso damos la nota y que seguramente por ello la diócesis (cosa previsible y natural) formalizó en su día la Coordinadora Diocesana de Cofradías y Hermandades, con la intención de establecer un cauce para ese aspecto tan fundamental que debe prevalecer por encima de todo en el espacio de la religiosidad popular.

La coordinadora delata la flojedad religiosa que desnuda a las organizaciones cofrades, pues, desde mi punto de vista, nunca debería de haber existido si las cosas se hubiesen hecho de otra forma en el pasado.

Esperemos que, algún día, todos los que formamos parte del esta Semana Santa tan especial consigamos que el Consejo Rector de la Junta promueva y organice toda la actividad cultural y religiosa que tenga relación con el mundo cofrade. Claro que para que se dé esto, ha de ser más importante el protagonismo que busquemos dentro de la Iglesia que el que empleamos para sacar las imágenes a la calle.

 

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