lunes, 19 de septiembre de 2022

Año nuevo y la vida como antes

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F. Javier Blázquez

Casa de la Iglesia - Colegio de Calatrava | Foto: J. Javier Pérez
19-09-2022


Entre la Santa Cruz, que se une a los Dolores, y el día de san Miguel la tropa cofrade comienza a despertar. Los rigores del estío declinan, el curso comienza, Vera Cruz, Dominicana y Franciscana calientan motores, la Coordinadora, remozada por el cesante, anuncia sus actividades, Pasión en Salamanca vuelve a la carga con su digital y Álex arrea las primeras cornadas mientras Tomás González, mi pariente, prepara el ungüento para sanarlas. Hemos vuelto. Y este año sí que va en serio, que en el anterior teníamos al bicho con nombre de letra griega amenazando con dar las primeras dentelladas.

Ha llegado el momento de comprobar realmente el impacto de las secuelas de la pandemia. El curso concluso, ya bastante normal, se salvó con más dignidad de la que se pensaba. Ahora queda por ver si decaídas las restricciones volvemos de verdad a la situación de 2019. A la Iglesia local llegó el recambio en la cabeza, deseado y esperado por ver si salía de su letargo. Pero nueve meses después todo sigue igual, porque aquí no cambia nada.

Bueno, algo sí pudo cambiar y para bien. Las cofradías, durante unas semanas, contaron con tres miembros en el Consejo Pastoral Diocesano. Daba gusto leer el decreto del obispo con doble cátedra, con esa firma preciosa, de clara y cuidada letra, nombrando a Primitivo Moya, Beatriz Dudes y Ana Iglesias, laicos de los diferentes sectores apostólicos en representación de las cofradías. Su excelencia reverendísima, el canciller-secretario, daba fe de que todo lo afirmado era cierto y le creímos. Pasábamos de uno a tres y el corazón se nos esponjó, porque, entre otras cosas, quien suscribe estaba equivocado en sus apreciaciones pascuales y en Calatrava sí que interesan las cofradías. Todos nos alegramos por Primi, Bea y Ana, porque con ellos parecía que íbamos a tener una buena defensa. Pero el gozo en un pozo, quién lo iba a decir, porque los nombres de las chicas, puede que guerreras, desaparecieron casi por ensalmo de la Web del obispado y dejaron a Primi ante el peligro más solo que Gary Cooper. Como siempre, tras la hedionda deposición, aquí no se dice nada, ni nadie rinde cuentas.

El jefe del asunto para esto de las penitenciales en Salamanca, mi buen amigo Fran, andaba un poco mosca, porque a él le llega la nueva del fugaz triple nombramiento por la prensa. Si le sirve de consuelo, a su antecesor Cornejo tampoco le decían ni pío. La campaña aquella de «la Iglesia escucha» quedó muy bonita cuando la presentaron hace unos años. Pasaron varios sectores de la sociedad por el auditorio, fueron recibidos con amabilidad, hablaron y se les escuchó. No sé si sirvió para algo o no, pero escuchar, se escuchó y en los cuadernos con gusanillo de los escuchantes algunas notas quedaron.

A las cofradías también se las escuchará, digo yo. Lo único es que a quienes escuchan de manera habitual son el delegado diocesano para apostolado seglar, que nombra el obispo, el consiliario diocesano para cofradías, que nombra el obispo, y de guindas a brevas a los miembros de la Coordinadora Diocesana de Cofradías, que nombra el obispo. A Fran, o a Moisés en Peñaranda, que me da lo mismo, aunque los ratifique el obispo, los eligen las cofradías, así que cada uno saque sus conclusiones.

Nuevo curso y nuevas ilusiones, pero por arriba, al menos de momento, sopla poco el viento y apenas se mueve nada. La vida sigue poco más o menos. También para Bea y Ana, que aparecieron y desparecieron en el Consejo Diocesano sin llegar a pisar siquiera la moqueta calatraveña. 


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