viernes, 6 de enero de 2023

Epifanía

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P. P. Mateos

Relieve con la Epifanía - Fachada principal de la Catedral Nueva de Salamanca

06-01-2023

Los Magos se presentan en Israel, concretamente ante Herodes según el relato de san Mateo, preguntando: «¿Dónde está el Rey de los Judíos? Vimos su estrella en Oriente y venimos a adorarlo». Herodes se sobresaltó y todo Jerusalén con él. Que se turbara no tiene nada especial tanto porque él era el rey de Israel, aunque fuese bajo la dominación romana, como porque era conocedor de la Sagrada Escritura. Precisamente por esta segunda razón llama a los sumos sacerdotes y escribas para que le indicaran dónde nacería el Cristo (el Mesías). Podemos darnos cuenta de que Herodes entiende la pregunta de los Magos en su sentido cierto. Y así lo confirman los llamados a consulta cuando dicen que en Belén de Judá porque así lo dejó escrito el profeta y se hace referencia a la profecía de Miqueas y al Segundo Libro de Samuel.

En este momento de la celebración de la Pascua de Navidad ya sabemos que el Mesías es como nosotros: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre», dicen los ángeles a los pastores. Sabemos también que el niño se llama Jesús, como el ángel lo había llamado porque salvará al pueblo de sus pecados. Es el nombre que le ponen a los ocho días, en su circuncisión. Lo que hoy se añade no es menos importante, pues será el letrero del Calvario: el Rey de los Judíos. El reconocimiento de los Magos conlleva una confesión de la fe, «venimos a adorarlo», y ya sabemos que solo debemos adoración a Dios. Adorar otra realidad que no sea él es una idolatría. Esta confesión de la fe de los Magos se sitúa en relación directa con la del centurión en el Calvario: «realmente este hombre era Hijo de Dios».

Dios se manifiesta también a los extranjeros, a hombres y mujeres que, desarrollando su actividad con honestidad, honradez, integridad… descubren su presencia a través de su intelecto y asintiendo a ella se ponen en marcha dando testimonio de lo que conocen. Supone, pues, una llamada a la coherencia de cuantos creemos, no sea que como Herodes busquemos aniquilar al que está por encima de nosotros y que manifiesta, como nosotros: «lo que hagáis con estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hacéis».

Además de coherencia necesitamos ponernos en marcha tras la estrella, es decir, tras la intuición que brota de la fe y, asistidos por esta, la fe, ir fraguando una relación con Dios y con el hombre que dé como resultado un testimonio de crecimiento como creyentes y como personas para que podamos dejar un recuerdo que lleve a decir «esta persona era creyente de verdad».


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