lunes, 20 de marzo de 2023

Media cuaresma, cuaresma a medias (sin Dios)

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 Pedro Martín

Procesión Sacramental | Hermandad de Jesús Despojado


  20-03-2023

Recuerdo una entrevista radiofónica a monseñor Asenjo en la que hacía referencia a las hermandades y a la religiosidad popular como dique contra la secularización, cada vez más imperante. Él recordaba que esta quizá era menor en Andalucía por la presencia cofrade, una forma legítima de vivir la fe. En contraposición, miraba a su tierra, donde el avance inexorable de la «no relación» con Dios carecía del contrapeso de la presencia pública de la Iglesia en la calle, tantas veces denostada. Los diques que no se refuerzan acaban por ceder.

Y me vino este recuerdo el pasado domingo en la Función Principal de la Hermandad de Jesús Despojado, cuando fray Enrique Mora, en su predicación, hizo referencia a la secularización y desacralización que vivimos a día de hoy (también en las hermandades), que, lejos de ser dique y faro de evangelización, pueden llegar a ser capilares que van empapando la tierra sin Dios (y esto ya es cosecha mía).

Mediada la cuaresma, como indico en el título de este artículo, convendría repasar, cada uno de nosotros en nuestro corazón de cofrade, cuán ha estado presente Dios en estos primeros tramos de la procesión que nos ha de llevar a la Pascua, y si estamos dispuestos a que su presencia se intensifique de aquí a la semana de Pasión.

Quizá nos conformamos con los encuentros de amigos cofrades, con las comidas cuaresmales, los ensayos y preparativos, las tertulias y chismorreos varios (que siempre los hay), los conciertos y pregones.

Las propias cofradías deberán reflexionar sobre su propia vida cristiana, si aportan algo al dique de la secularización poniendo a Cristo por encima de todo, o deciden apostar por otros «señores», facilitando la filtración en la propia Iglesia de una sociedad que no necesita a Dios.

Se entiende entonces (como bien apuntaba fray Enrique) que, si damos la espalda a lo divino, aflore lo humano, con sus miserias y sus confrontaciones, con sus guerras de poder y sus conveniencias, ya que buscamos nuestra propia gloria, y no la Gloria de Dios.

Y para terminar y con su permiso, reproduzco tres de las preguntas que él lanzó y que me interpelaron como cofrade. Sería bueno que cada hermandad las respondiera en conciencia y con sinceridad, para descubrir si cumple con sus fines lo suficiente o debe hacer su propio examen de conciencia y propósito de enmienda antes de la penitencia que ya se acerca.

¿Cómo está en la hermandad la temperatura de la fe y la necesaria formación y conformación en ella? ¿Hay santas ansias de crecer en la fe, de profundizar en ella, de formarme y conformarme?

¿Cómo está la oración y el culto en la hermandad?

¿Se nos nota en ser militantes católicos por encima por toda otra militancia?

No hay más preguntas, señoría.

 

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