viernes, 16 de junio de 2023

Al final, una saeta

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 Paco Gómez

Fotograma del espacio Està Passant emitido en TV3 el Martes Santo de 2023


14-06-2023
 

El asunto no es nuevo, pero, tal y como está montando el negocio informativo, cuanto más escándalo mejor, aunque esta vez quizá ha llegado a límites más extremos. Por lo demás, como siempre, tras superar la barrera de la viralidad, encender de indignación a unos pocos y sorprender a unos muchos va camino de la indiferencia en la que suelen acabar estas cosas.

Fue en Martes Santo, que ya fue tino. Y encima como fondo sonaba La saeta, versión Serrat. Una actriz «disfrazada» de Virgen del Rocío desarrollaba su número (presuntamente) humorístico en el plató de TV3. Tras el escándalo inicial, la Asociación de Abogados (presuntamente) Cristianos puso el grito en el cielo y en los juzgados y la titular del número 5 del de Sant Feliu de Llobregat, sin duda en un mal día, decidió admitir a trámite la denuncia por presunta calumnia contra la propia Virgen del Rocío.

La cosa, advirtieron los expertos desde el primer momento, es que salvo que la mismísima Reina de las Marismas comparezca en el juzgado, la denuncia no podrá nunca prosperar bajo esa figura presuntamente delictiva. Lo que de toda vida viene conociéndose como pasarse de frenada.

Como tema de barra de bar el episodio da mucho de sí. Desde lo sociológico, si se prefiere una formulación más fina. El forzado acento andaluz de la actriz rociera ya da una pista de qué era lo que estaba aflorando allí. Y luego las eternas preguntas hipotéticas: ¿qué hubiera pasado si en vez de la del Rocío apareciera la de Montserrat haciendo bromas sobre Pujol? Y, por supuesto, ¿y si en vez de la Virgen las risas se buscaran parodiando a Mahoma y sus cosas?

Son argumentos que se leen y se oyen por ahí y que la propia productora televisiva respondió poco después montando una ensalada de provocaciones donde no faltaron un musulmán (Mahoma no, pero algo es algo), el Dalai Lama y la Moreneta.

Sabemos que el principal problema no es religioso, pero esa es otra cuestión. Lo importante aquí es debatir hasta dónde alcanza la libertad de expresión y hasta dónde la necesidad de acudir al juzgado ante cualquier cosa que nos haga hiperventilar, actualizando a los nuevos tiempos el atávico derecho al pataleo.

Yo creo en una sociedad basada en el respeto mutuo, en la concordia y en la convivencia. Esas son mis convicciones, que, por otra parte, no puedo imponer a los demás por un principio básico de lógica. También creo en que la libertad de expresión es una de las columnas más importantes para el ejercicio de la democracia y que cuando se pone en cuestión se están dibujando acotaciones peligrosas al conjunto de las libertades.

Así que el hecho de que alguien haga algo que yo no haría ‒ni con las creencias de los demás ni con las mías propias‒ no hace que se me ponga cuerpo de auto de fe. Allá cada uno con las herramientas que considera necesarias para hacer reír o para provocar, que suele ser el fin último confesado o no de muchas de estas acciones.

Además, el hecho de que la confesión religiosa que seguimos no inspire ni miedo, ni temor, ni ampare terroristas en alguna de sus formulaciones extremas, lejos de ser una desventaja me parece a mí que es algo bastante positivo. «Se meten con los cristianos y no se atreven con los musulmanes», se oye a menudo. Pues claro, faltaría más que desde la fe del perdón (Padre, perdónalos…) alguien se dedicara a enviar paquetes bomba a las redacciones por chistes de mayor o menor fortuna.

Lo que me cuesta más, sinceramente, es compartir barco con esos abogados (presuntamente) cristianos, ideologizados políticamente hasta el extremo y depositarios de un modo de vivir la religión, desde mi punto de vista, no solo caduco sino hasta enfermizo.

Nada es blanco y negro en la vida, sin duda. Y al final cada uno interpreta la realidad desde su marco de experiencias y sentimientos. No me cuesta ningún trabajo confesar que yo La Saeta de Serrat la escucho todo el año, a menudo con lágrimas en los ojos y a todo volumen, compartiendo esa visión machadiana de cantar a quien anduvo en la mar, que es lo mismo que cantar al futuro, a la esperanza y a la paz y no vivir instalado en el más improductivo rencor. Qué cosas. Al final nos salvará una saeta que dice casi lo contrario de lo que parece.


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