lunes, 9 de octubre de 2023

Lo que el tiempo ha unido

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 Félix Torres

Acto de la Proclama por la Paz | Foto: Francisco Hernández Cabezas

09-10-2023 

Me lo impone el corazón más que la razón.

Será que me estoy haciendo viejo, pienso mientras escribo estas líneas, y que me voy ablandando. O quizá sea que el proceso de desinhibición mental que se asocia al avance de la edad me permite alabar a quienes se lo merecen, cosa que antes, no hace tanto, me resultaba mucho más difícil sea solo por mantener la apariencia de ser escéptico en lo cotidiano.

Pero ahora no puedo por menos que hacer alabanza de quien me ha demostrado una grandeza personal que los sesgos de antaño me impedían ver velándome la razón, más que la vista. Porque hay quienes, con el paso del tiempo y, sobre todo, con el roce cercano, se nos muestran como no imaginábamos, volviendo las decepciones admiración y, por qué no, envidia, siquiera sana.

Aprovecho la circunstancia de que ayer mismo, cuando los que hemos abrazado el espíritu franciscano celebrábamos la fiesta dedicada a Francisco, el santo de la naturaleza (¿alguno mejor para un naturalista convencido como yo?), y mi personaje escalaba los tres peldaños que separan el ambón de la feligresía para dedicar su íntima y reflexiva proclama por la Paz. Esa paz con mayúscula que todos ansiamos, pero por la que la mayoría, no podemos negarlo, luchamos poco o nada. Una paz que, ahora lo veo con claridad, el dedicatario de estas frases que ahora escribo ha perseguido desde que los recuerdos se pierden en la niebla de los tiempos pasados. Porque este hombre ha luchado siempre por el bien y la justicia desde cualquiera de los resortes que la vida puso a su paso. Dan igual su implicación parroquial en movimientos adolescentes y juveniles que aquellas voces que salían fuertes y templadas desde unas Comisiones Obreras incomprendidas y, al tiempo, incapaces de comprender. Es lo mismo cada uno de sus infinitos escritos duros y sinceros, que podíamos leer sin que se nos atragantase el café, salvo quizá los protagonistas de los mismos, en las páginas de El Adelanto que la sensibilidad de una poesía que en su búsqueda de la palabra acertada se marcha etéreamente barroca hasta la otra orilla del Tormes. No importa si se vestía el blanco hábito arrabaleño desde el primer momento para sacar adelante una idea de Semana Santa renovada y renovadora o si se pone el marrón franciscano para conseguir que unos cuántos, cada vez más, nos acerquemos a los cristianos de Tierra Santa y nos sintamos parte de la Custodia de aquellos Santos Lugares. La verdad es que ahora da igual lo que yo traiga aquí de todo eso. Me da igual que ahora las «circunstancias» hagan chirriar las puertas cuando se cierran a su paso, más por la necedad de algunos que por la humildad que le acompaña. Pues de un tiempo acá, superadas aquellas barreras que nunca debieron ser más que circunstanciales, me pongo a su lado y veo en él al pregonero sincero de una Semana Santa que a veces nos vuelve la cara sin que sepamos el motivo; veo al amigo que casi todos hubiéramos querido tener en algún momento y que, por suerte, ahora disfruto; veo a quien, fiel a los que están a su lado, lucha por lo que cree justo a costa de dejar atrás muchas cosas.

Ahora es la razón la que me dice que hago bien en ponerme de su lado, de considerarme amigo suyo y de admirarlo en cuanto de admirable tiene. El corazón lo dejo para otras cosas, que también las hay.

Tras estos cientos de palabras que han salido de corrido desde el íntimo interior, no creo que sea necesario desvelar el nombre de quien merece estas y muchos otros cientos de alabanzas sinceras y sin impostura. No obstante, por si hay quienes no han tenido la fortuna, no digo de conocer, sino de charlar siquiera un rato con Manolo, ahí dejo su nombre para que no haya dudas:

José Manuel Ferreira Cunquero, proclamador por la Paz en 2023 y luchador, poeta, cristiano, cofrade, franciscano, padre, esposo, abuelo y, sobre todo, amigo.


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