lunes, 11 de diciembre de 2023

Más de lo mismo

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 J. M. Ferreira Cunquero

Foto: jmfcunquero


11-12-2023

 

La iglesia nos pide que al entrar en ella
 nos quitemos el sombrero, no la cabeza.
 Gilbert Keith Chesterton

Principiaba mayo cuando la Hermandad Franciscana del Stmo. Cristo de la Humildad elegía en Asamblea General a un nuevo hermano mayor de contrastada categoría, en todo lo que tiene que ver con su más que reconocida y demostrada formación cristiana. Francisco Javier Blázquez Vicente, serio y escrupuloso historiador de la Semana Santa cofradiera, es director de la revista impresa y esta digital, Pasión en Salamanca, pregonero de la Semana Santa, conferenciante, ponente, pero sobre todo por el caso que nos ocupa, ha de destacarse que fue redactor de las actuales normas diocesanas y profesor de los cursos cofrades. Esto último no bastó, para que el obispo ensimismado en sus más que demostrados e incompresibles silencios, se meciese en pausas y abandonos, imagino que, bajo la influencia de algún nefasto consejero, para negarnos una simple, elemental y esperada respuesta, (fuese la que fuese) a la decisión democrática de la asamblea de una asociación de fieles perteneciente a la Iglesia.

Nuestro obispo optó por el silencio absurdamente incomprensible, uniéndose a él como si de una conspiración se tratase, quienes cerca del trono pululan como abejas buscando el trébol de la buena suerte. Entre el no sé nada que respondía el consiliario de las cofradías y el no se sabe, envuelto en rumores kafkianos impropios de quienes se supone que están para algo más que para matar el tiempo en chorradas, nos hizo preguntar en todo tipo de corrillos a charlatanes de mercadillo y capillitas al uso.

Solo cuando medió un burofax con vistas a un posible litigio formal en otras latitudes, recibimos una de esas respuestas obispales que cada vez se congelan con más asiduidad en el frigorífico secular diocesano, para esconder la testuz debajo del ala, tratando de escamotear el diálogo (era lo que se pedía) para no dar la cara ante un problema o inconveniente que parece ser era asunto de poca monta. Lo más incomprensible es que cuando le preguntaban al prelado cual era el problema del nombramiento del hermano mayor de la Franciscana, su respuesta aumentaba nuestra perplejidad: No sé nada de ese tema. Eso sí, decía a continuación que se ocuparía del asunto … Es para comerte un botón y llorar a cuatro chorros.

Si a esto unimos la desfachatez del actual provicario, del que no sabemos nada después de comprometerse a dar en el mismo día de nuestra conversación telefónica una respuesta a la demanda de información, (tras varios meses de apatía silenciosa del ordinario) es para pensar que el tinglado jerárquico eclesial hace aguas de forma clara y evidente en esa parcela tan importante de la comunicación. Algo, creo que exigible cuando menos, si hablamos de Iglesia y cristianismo.

Es tal la mediocridad que hemos sentido los sufrientes de este episodio, que podría darnos por exponer con pelos y señales los incumplimientos de las Normas cofrades, cuando esto es mil veces más grave que la intrascendencia de un curso que nunca debería ser exigido a quienes pueden demostrar que irradian formación, cultura y compromiso cristiano apenas cruzas con ellos media palabra.

Puede darse la paradoja de que un sacerdote que quisiera presidir una hermandad, tendría que hacer el susodicho curso de ¿formación?, ya que, según nuestro obispo y sus asesores, viene en las normas. Normas que cuando se aprobaron entendimos todos los que aún tenemos medio gramo de frente, que las mismas tendrían su interpretación y magnanimidad, en asuntos como el que menciono, pues para ese fin, existía una coordinadora a la que don Carlos (al que recordamos con el máximo cariño) dotó de gente preparada y capaz para llevar a cabo tal cometido.

Aparte de que haga falta un responsable solvente tanto en la Iglesia como en el mundo cofrade para este tipo de problemas serios (pues para los lúdicos y festivos vale cualquiera), han de estar al frente de la Coordinadora Diocesana, laicos comprometidos y preparados como los que hartos de tanta incomprensión, se vieron obligados a dejar los bártulos para irse a montar la barraca a otra feria.

Por otro lado, más que curioso es chocante, que el presidente actual de la Junta de Semana Santa, comentase a terceras personas las razones por las que no se nombraba a Javier Hermano Mayor, sin que jamás entrase en contacto con nuestra hermandad, para decirnos lo que ocurría en las trastiendas de la organización eclesial.

Pero a fin de cuentas lo que ha de trascender por encima de todo, es que desde el mismo momento en que celebramos nuestra Asamblea General en mayo, Javier Blázquez y su Junta han dirigido con el acierto que se esperaba la Hermandad. No podía ser de otra forma. El estado de derecho y lo que significa la salud democrática, han estado por encima de estas verbenas diocesanas que, tratando de amargarnos el baile, resulta que nos dieron la fuerza de vivir y hacer vivir la razón. Nuestro cometido en ningún momento se alteró, por lo que nuestro compromiso con los cristianos de Tierra Santa (que tan mal lo están pasando) a través de la Custodia Franciscana de los Santos Lugares, se ha cumplido como siempre, con cariño y con rigor.

Termino deseándote amigo lector, una feliz Navidad cristiana, y que el Niño que ha de venir, deje en tu hogar para ti y los tuyos, ese amor y esa paz que viene con la marca del que todo lo puede. Y no olvides que tus hermanos en Tierra Santa siguen alzando su desgarrador grito pidiendo tu ayuda y la mía.

3 comentarios:

  1. Si hablasen los sacerdotes que tan injustamente están siendo ninguneados por este obispo, se descubriría lo muerta que está esta diócesis. Hay cosas mucho más graves que lo que cuenta usted en su artículo, aunque he de reconocerle que tiene su chispa y que ha sido muy grata su lectura. Estamos en ese momento en el que los pocos católicos que vamos quedando denunciemos estás dejadeces que van más alla del propio obispo.

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  2. Sublime artículo, puro "Ferreira Rocher" exquisita redacción.

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  3. Y digo yo, que todo esto está muy bien, pero necesita Fernando Alonso siendo campeón del mundo de Fórmula 1, carnet para conducir por una carretera normal, ¿pues si verdad?. Creo que esto es similar, nadie ha negado nunca la cualificación y preparación de Javier Blázquez, al contrario, pero siendo él mismo redactor y profesor del propio curso, debería tener el curso cofrade igual que el resto. Las normas de las Cofradías, al igual que las leyes "deberían" ser iguales para todos. En el resto de consideraciones no entro porque desconozco. Gracias

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