La Tertulia Cofrade Pasión realizó su balance de la Semana Santa acompañada de varias cofradías | Foto: Pablo de la Peña |
23 de abril de 2018
En esta línea de lo alternativo ritualizado está el balance distendido que desde hace muchos años realiza la entidad editora de esta publicación digital. Se viene haciendo desde 1990, aunque con el formato actual, el de invitar a las cofradías, se realiza desde el año 2007. Una tertulia en la que se analizan, una a una, las procesiones, contando con la presencia de los hermanos mayores que se quieren sumar, que siempre son unos cuantos y de diverso pelaje. Este año, como los anteriores, también se llevó a cabo y ahí estuvieron unas cuantas cofradías representadas, jóvenes, antiguas e intermedias. Se dijeron muchas cosas, en buena parte las consabidas, tópicas ya, pero también surgieron puntos de reflexión que convendría tener en cuenta.
Hubo pareceres distintos, porque la forma de entender las procesiones no es monolítica. Afortunadamente. Pero también es cierto que en el fondo hay cuestiones en las que todos más o menos coincidimos. Y está claro que mientras se constata la existencia de desfiles que van al alza, otros ya muy hechos se mantienen en la cima y unos cuantos decaen, o siguen decayendo, alguno de manera más que preocupante. A veces no es fácil reconocer que después de tanto esfuerzo las cosas no salen como uno quisiera, por eso de que nadie ve lo suyo o porque salir ya es un triunfo y lo demás resulta secundario. Pero si no se escuchan voces discrepantes nunca se podrá mejorar aquello que no termina de funcionar. También hubo coincidencia en lo mucho que influye el acontecer del día a día, a lo largo de todo el año, en el desfile procesional. De una u otra forma, en la procesión se refleja lo que ha ido sucediendo. Duele, especialmente, el asunto de las disensiones. Allí donde las hay se reduce el número de participantes. No debiera ser así, pero en nuestra ciudad de bandos estamos demasiado acostumbrados a ello. Un último punto de coincidencia fue el de que no todo puede valer, que independientemente de que las cosas salgan mejor o peor, aquello que se hace o se incorpora debe tener algún sentido. Y en un recorrido por nuestros desfiles acabamos encontrando demasiados sinsentidos, a veces hasta estructurales.
Ahora es el tiempo de las valoraciones, resulta inevitable. Está en cada hermandad aprovecharlo, sobre todo en esos análisis internos y serios que no trascienden, para tomar decisiones que de verdad mejoren nuestros desfiles. Porque todos lo deseamos. Todos queremos unas cofradías con vida durante el año, conscientes de su inserción en la Iglesia, comprometidas con la sociedad y sus necesidades y, por supuesto, con unos desfiles dignos y bellos, reflejo de todo lo anterior.
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