Especial Semana Santa 2020 | Sábado de Pasión
J. M. Ferreira Cunquero
La procesión de la Hermandad Franciscana a su paso por el Patio Chico | Fotografía: Vicente Sierra Puparelli |
04 de abril de 2020
Nada nuevo se habría contemplado en el corto, sencillo y austero cortejo de la Hermandad Franciscana de Salamanca en el anochecer de este Sábado de Pasión salmantino. Nada nuevo, porque quienes formamos parte de esta hermandad aspiramos a que todo permanezca tal cual es, sin añadidos ni innovaciones que desvirtúen una marcha penitencial que propugna una sencillez que la define. ¿Para qué más?
Y en la calle, con extrema puntualidad, aspiramos a estar el menor tiempo posible. Nuestro cometido fija su atención en conseguir, entre otras cosas, esos donativos que cada año hacemos llegar directamente a la Custodia Franciscana de Tierra Santa. A este fin primordial, añadimos la promoción de las peregrinaciones a las Tierras de Jesús y nuestro compromiso en alzar la voz contra la persecución que sufren los cristianos en el mundo. Todo lo demás son elementos que, dentro del campo de las coordenadas de la religiosidad popular, complementan nuestra propia idiosincrasia.
Simplemente queremos cumplir lo que nos pide el Papa: Los problemas de los cristianos de Tierra Santa han de ser los problemas de todos los cristianos del mundo.
Pero, cuando el sábado hinque en la Pasión, como una saeta, el alma en nuestro sentir cofrade, las calles del interior se iluminarán con la destellante luz de las antorchas, y el pesado paño caerá sobre los hombros del tiempo y de la vida. La noche encelada en neblinas y sueños abrirá sus recintos y, misteriosamente, las campanas de San Martín tocarán en el corazón más sensible de las horas.
Esta noche los conventos de clausura franciscanos, desde todas las tierras y lugares de España e Hispanoamérica, unirán a nosotros esa santidad que, en las mujeres desposadas con Cristo, emite la promesa de amor, en dulce entrega, por medio de la oración que ayuda a salvar al hombre.
La Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad buscará, en la sencillez de los hogares, el perfume conventual de las Palomas de San Francisco (así llamaba fray Romualdo Fernández Ferreira a las monjas franciscanas) y, en la unión universal de la palabra elevada al Padre, nos encontraremos ungiendo cuanto somos y tenemos en el plácido y austero esplendor franciscano.
El canto gregoriano inundará las rinconadas en nuestras querencias, mientras el Cristo de la Humildad buscará a quienes en estos días sufren la Pasión de una plaga que extiende por el calvario de la vida el poder de la tristeza. El Señor con hondura los acogerá, con plena seguridad en el abrazo sincero de su esperanza.
Esta noche, te animamos, amigo lector, hermano nuestro, a unirte a las 22:00 horas, después de encender una vela, a rezar por la paz en el mundo, recordando a los más de 245 millones de cristianos perseguidos por toda la tierra. De forma muy especial, te invitamos a abrazar con esta oración a quienes sufren la pandemia, a todos los fallecidos y a sus familias.
La pasión y el sufrimiento que supone nuestro caminar por este calvario lleno de cruces y hedores a pena, está a punto de rendirse ante la PASCUA que pondrá, en nuestros ojos, al Señor que por nosotros erradica la muerte, indicándonos el camino seguro de su REDENCIÓN.
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