El presidente de la Junta de Semana Santa y su segundo, junto a la directora de Turismo de Castilla y León |
29 de mayo de 2020
El nuevo presidente de la Junta de Semana Santa tendrá que hacer frente a una larga lista de tareas que se podrían resumir en el reto de la unión. Si atendemos a los plazos, que ahora mismo es hablar de ciencia ficción, podría darse en el mes de julio, con una única candidatura por el momento. La justa limitación de mandatos hace que la despedida de José Adrián Cornejo no haya sido la soñada ni para la Semana Santa ni para nadie, como él mismo reconocía el Domingo de Resurrección.
Hablo de la unión como un reto fundamental ya que me resulta inconcebible que no se haya logrado una respuesta coordinada de todas las hermandades en plena Semana Santa, cuando todas las necesidades eran perentorias y no había lugar para debates sino para el consenso. Palos hay para todos los gustos: desde la Junta de Semana Santa que no fue capaz de asumir su liderazgo para lograr una respuesta coordinada como si consiguió Valladolid o Segovia por poner ejemplos cercanos, a las cofradías que optaron en la mayor parte de los casos por hacer la guerra por su cuenta olvidándose de que sumando se hubiera conseguido una mayor efectividad. La mayoría ha realizado propuestas loables que habría podido combinar perfectamente con una propuesta conjunta a la que finalmente solo se adhirieron cuatro cofradías. En definitiva, el coronavirus ha puesto de manifiesto que la unión de las cofradías de la Semana Santa de Salamanca más allá del eslogan turístico sigue siendo un reto por alcanzar, y al que se tendrá que dedicar el nuevo presidente de la Junta.
Queda pendiente la ansiada reestructuración de la Semana Santa. Como la memoria es vaga, traigo de nuevo la propuesta que nunca se llegó a conseguir pero que se votó en numerosos cabildos. En ella, El Nazareno pasaría a la mañana del Viernes Santo, el Huerto a la tarde del Jueves Santo, la tarde del Viernes Santo quedaría para la Vera Cruz con un hipotético traslado del Rescatado a otro de los días. Quedó en una propuesta. La entrada de dos hermandades más desde aquella iniciativa (Hermandad Franciscana y Archicofradía del Rosario) provoca que la reestructuración sea más importante que nunca.
La nueva Junta de Semana Santa también tendrá que empezar a aplicar las nuevas normas diocesanas e incluso ayudar a aquellas cofradías que se encuentran en una situación de urgencia. Las cofradías ya empiezan a sentir la suspensión en sus carnes con muchas cuotas impagadas, gastos de proveedores inaplazables y bolsas de caridad que se han duplicado de gastos extraordinarios no previstos. Es decir, la Pasión salmantina también tendrá que adaptarse a la nueva realidad y necesitará de una presidencia que evite estar de perfil ante esta situación. Tras la votación, no habrá tiempo para el reproche. Mi imagen ideal sería la presentación de varias candidaturas con proyectos diferentes que permitan a los hermanos mayores decidir cuál es su futuro los próximos años. Aporrear las barras de los bares en los cafés de Cuaresma no servirá entonces. El futuro ya está aquí. Y en cada papeleta se decide cómo debe ser el futuro de nuestra Semana Santa.
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