miércoles, 13 de mayo de 2020

Tiempo de espera

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Paco Gómez

Un plástico protege de la lluvia la imagen del Cristo de la Liberación | Fotografía: Pablo de la Peña

13 de mayo de 2020

"Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas"
(Lc 12,35)

Si acaso comparado con el de los programadores culturales del final del verano, siempre expuestos a las veleidades climatológicas de un mundo que entre todos hemos conseguido que ya no se entienda ni a sí mismo, el del cofrade es sin duda el territorio más incierto de todos quienes se pasan la vida pendientes del calendario. Para empezar, la planificación varía de un año a otro, ya que no estamos ante una fecha fija, propiamente dicha como tal, ya me entienden; y para seguir tenemos el problema del frío o del calor, que puede ser más o menos llevadero, pero sobre todo el de la lluvia.

Lluvia que cuando cae gruesa es una maldición bíblica (nunca mejor dicho) pero cuando cae fina tiene al personal en un sinvivir de miradas al cielo y de palmas abiertas durante horas. En media horita esto está. Voy llamando a Matacán.

Visto así, lo normal es que la peor crisis sanitaria de nuestra historia contemporánea (creo que pocos quedarán ya que vivieran la llamada gripe española, que por cierto era de todo menos española) le fuera a tocar de lleno al mundo cofrade, que ha sobrellevado el asunto como ha podido.

La Semana Santa de la cuarentena, del confinamiento o del estado de alarma, cualquiera de los atributos le valdrá para pasar a la historia cuando esto sea un vago recuerdo, quedó atrás y ahora se aproxima otro tiempo distinto: desescalada, lo han llamado (¿cómo evitar la tentación de introducir en el corpus lingüístico una palabreja que haga parecer que todos nos informamos en foros globales sobre epidemias y hablamos fluido inglés en la intimidad y que, claro, la contaminación entre ambas lenguas si bien, quizá, no sea deseable nos es inevitable?).

Y ahí estamos, casi volviendo al punto de partida. ¿Recuerdan al cofrade sufridor de hace unas líneas con su palma abierta al cielo media hora antes de su salida en procesión diciéndole al de al lado "pues tampoco cae tanto"? Pues ahí justo estamos ahora.

¿En qué fase crees tú que se podrán sacar procesiones de gloria? ¿Llegamos a tal santo, a cual santa? ¿Extraordinaria? ¿Magna? ¿Semana Santa en septiembre, que más vale pájaro en mano que marzo por venir?

Es el momento de apelar a la prudencia máxima en todos los aspectos de la vida en sociedad. Yo sé, como usted, que hay quien se estudia las tablas de cosas permitidas en cada una de las fases según se van publicando en el BOE y que, según en qué ámbitos, la postergación del permiso para desarrollar distintos actos, como una procesión, es toda una fuente de frustración.

Yo creo que en el ámbito que nos ocupa, ya haya permisos en la fase dos, la fase tres o la que sea, quizá sea más oportuno esperar ciertamente a esa nueva normalidad que con su inquietante epíteto nos avanza que quizá las cosas no sean exactamente como pensamos. Tendremos más procesiones, tendremos más motivos para encontrarnos en la fe en las calles y ojalá lo que tengamos por vivir sea lo más parecido posible a eso que recordamos y que tantas veces nos ha pellizcado el corazón.

Seguro que sí, pero de momento, tiempo de espera. Eso sí, con las lámparas encendidas, siquiera sea solo en recuerdo de aquellos que pagaron el peor tributo y nos han dejado un día marcado en rojo color pena en el calendario.


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