La piedad popular muestra en su modo de tratar a Judas que el personaje oculta al Señor. Está centrada en la acción de Judas y en el juicio, como si pudiera juzgarlo, que hace de él. Esta situación impide contemplar el proceder del Señor y de este modo tratar de seguirlo cargando con nuestra cruz cada día, negándonos a nosotros mismos. Otro modo de seguimiento acabará por que nosotros también le vendamos cada vez que optar por él suponga nuestra pérdida. Tratemos de aproximarnos al relato de Judas desde esta otra perspectiva, es decir, contemplando al Señor.
Entró Judas en el Huerto de Getsemaní con los guardias de los sacerdotes e identificó a Jesús de Nazaret con un beso, era la contraseña que les había dado. Jesús le pregunta: «¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?». El relato del evangelista Mateo muestra que la pregunta de Jesús es: «¿A qué has venido, amigo?» El sentido de esta pregunta puede ser múltiple. Puede interpretarse desde un reproche de vergüenza hasta una última llamada. Si me besas es que aún me amas, aunque solo sea un poco, Judas. Además, en el segundo relato aludido Jesús llama amigo a Judas, como había llamado amigos a los otros once después de que Judas saliese según el relato de san Juan.
No sabemos el contenido de la conversación entre Judas y los sacerdotes. Esto es lo primero que tenemos que tener en cuenta. Ahora bien, el arrepentimiento de Judas pudiera mostrar tal vez que esas conversaciones tuvieran por parte de los sacerdotes promesas de un juicio justo y buen trato. La comprobación de que sucedió todo lo contrario pudo llevar a Judas a devolver las monedas y confesar que había entregado sangre inocente. No se trata de omitir la aceptación del soborno. Judas negocia y cambia una persona por dinero.
Jesús muestra el amor de Dios y es lo que nos interesa porque Él es nuestro modelo. Las consideraciones anteriores nos muestran al Señor buscando la salvación de todos los hombres hasta el último momento, hasta el agotamiento, hasta perder la vida. No se trata de juzgar o defender a Judas porque no somos quienes para juzgar a nadie. Se nos pide que nos amemos como Él nos amó, nada más ni nada menos. En la historia de Judas resplandece el amor de Dios de un modo singular. Porque la traición en el ser humano adquiere tintes especialmente agresivos, despectivos… en quien ha sido traicionado, cosa que no ocurrió en Jesús.
Estas actitudes de Jesús son las que expresa en sus referencias a Judas el papa Benedicto XVI. Podemos apuntar un pequeño resumen de su interpretación en las palabras que siguen. Jesús respeta nuestra libertad. Jesús espera que tengamos la disponibilidad para arrepentirnos y para convertirnos; es rico en misericordia y perdón. Cristo respeta la libertad del ser humano y espera el arrepentimiento del pecador, pues es misericordioso. Las posibilidades de perversión del corazón humano son muchas y el único modo de superarlas consiste en ponerse de la parte de Jesús asumiendo su punto de vista. Este camino nos llevará por su misericordia a la conversión, como a Pedro después de las negaciones que el Señor lo miró y lloró su pecado.
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