30-11-2020
Es el mundo cofrade salmantino el que parece encontrarse inmerso en una «nueva ola» de acontecimientos, con ciertos tintes positivos, o al menos así percibo su realidad. Cabe recordar que con «nueva ola» recurrimos a un término muy utilizado en los últimos tiempos, tan negros, de pandemia, que viene a reflejar metafóricamente la sucesión de diferentes actos, que se dan con cierta simultaneidad, dentro de un mismo contexto y un fin similar. Y es que no podía ser de otra manera. Me siento esperanzado y de verdad creo que lo hago en fundamento a la verdad de los hechos.
El nombramiento de una nueva Junta Directiva dentro de la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de la Semana Santa de Salamanca, allá por finales de julio, iniciaba el camino. Era el primer destello precursor de una ráfaga de ellos. El último gran acontecimiento ha sido la restauración de la Esclavitud Mercedaria que, por medio de una comisión gestora, pondrá en marcha una nueva cofradía en nuestra ciudad. Con ello, ha llegado a Salamanca otra obra impactante y realmente bella que, personalmente, permítanme afirmar que llama y mucho a la oración.
Sin embargo, no todo parece haber sucedido. Enterados por rumores y teniendo en mente el tiempo que de ello se viene hablando, todo apunta que en los próximos meses viviremos el relevo obispal dentro de nuestra diócesis. Al margen de nombres, candidatos o noticias, que en los últimos días sobrevuelan la actualidad, lo único cierto es que tal relevo traerá consigo una nueva forma de hacer las cosas. O todo parece así indicar. Esperaremos ansiosos.
No quiero olvidarme de Enfoque Salamanca. No quiero dejármelo en el tintero, aunque para algunos no tenga apenas importancia. Me parece realmente relevante su nacimiento, y más aún su crecimiento, porque sirve de impulso para que los «fotógrafos cofrades» de nuestra ciudad, tengan una plataforma desde donde hacerse fuertes. Algunos pensarán que simplemente son profesionales haciendo su trabajo. Otros creerán que están sobrevalorados o que incluso, son innecesarios. Seguramente, hasta haya unos pocos rezagados en el pasado más arcaico, a los que les molestará que hable de ellos. Pues perdónenme, pero para mí ellos también son cofrades. Nos llevan los actos, las cofradías, y sus sagrados titulares a nuestras casas durante los 365 días del año. Son cofrades porque ellos también llegan al alma y a la devoción de las personas y porque, inclusive, muchos de ellos también lo son en el más profundo significado de la palabra. Esta nueva asociación reivindica el poder de la cooperación, de la agrupación, del consenso… en definitiva, del gran valor que es la unión.
«Yo hago lo que usted no puede y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas», pronunciaba Madre Teresa de Calcuta. La unión, ese tan primitivo baluarte humano, y a la vez tan complejo. Una unión que nos lleve a fortalecer nuestra fe y nuestra vida. Una unión que, en base a ella, consiga: una Semana Santa de Salamanca reorganizada; una asociación de las bandas y agrupaciones de toda nuestra ciudad; un órgano central de todos los jóvenes cofrades de nuestras hermandades; un sentido más puro del cristianismo en la vida de las cofradías; una caridad más plena; una sociedad más arraigada a sus procesiones… un largo etcétera.
Responsabilidades que aporten y no figuren; que colaboren y no presuman; que trabajen y no utilicen, que hagan cada día una Semana Santa más sincera y honesta con lo que reclama y protesta.
Demando unos aires nuevos que nos ayuden a todos a ver de otra manera nuestro convivir. Que sean aires que limpien y rejuvenezcan, no aires que se lleven por delante proyectos, ideas, esperanzas, sentimientos… e incluso, hermandades.
«No os conforméis a este mundo, más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento» (Romanos 12,2).
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