miércoles, 2 de diciembre de 2020

Semana Santa sin procesiones, no sin actos

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 Félix Torres

Acto: Espíritu de Asís. Hermandad Franciscana

 
02-12-2020

Acabo de prender la primera vela de la corona de este Adviento extraño y no he podido dejar de recordar que, en estas fechas, muchos cofrades ya comenzábamos a poner las mientes en una casi inminente cuaresma y en la preparación de nuestros días santos. Preparar la Navidad para dar paso a la Semana Santa. Siempre así.

¿Y este año? ¿Será así este año cuando todos tenemos asumido que no podremos celebrar nuestras procesiones? ¿Estamos ya pensando en todo ello? Quisiera creer que sí. Que con la calma consciente que no tuvimos en la cuaresma pasada, en la que todo se nos precipitó sin apenas tiempo para asumirlo, todos estamos esperando al fin de las fiestas navideñas para comenzar a organizarnos.

¿Organizarnos? ¿¡Para qué!? Si sabemos que no habrá actos, que nuestras imágenes van a quedarse en los templos y nosotros no vamos a vestir nuestros hábitos y calzar nuestras sandalias. Si tenemos claro que no habrá Semana Santa, para qué ponerse a pensar en futuros inmediatos. Mejor no recordarlo para que no se nos agríen las pocas ilusiones que nos quedan.

Pero, ¿de verdad no habrá Semana Santa? ¿De verdad nos vamos a quedar en casa? ¿No habrá nada que hacer?

Propongo que, como todos los años, nada más finalizar las fiestas, las juntas de gobierno, las directivas y los cofrades comprometidos, comiencen a preparar la Semana de Pasión. Como si nada hubiera pasado pero sabiendo que todo cambió. Con la energía de siempre aunque no haya que poner procesiones en la calle. Buscar qué actividades podrán ser compatibles con las restricciones que habrá que cumplir y organizar una agenda lo más completa posible. Imaginación y compromiso. Nada más se necesitará. Bueno, quizá un poco de ilusión.

Será una oportunidad única para mostrar a la sociedad, a toda la sociedad, que la Semana Santa cofrade es más que organizar salidas penitenciales. Que hay otras cosas que pueden hacerse para celebrar la Pascua mientras se recuerda la Pasión. Pero no solo para mostrarlo a los demás sino para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de sentirnos cofrades aunque no suenen marchas en nuestras calles, que sabemos ser cofrades en la intimidad, en esa que no dan las calles, y mostrarlo a quienes mirarían desde las aceras el paso de imágenes y nazarenos.

Entramos en un primer domingo de Adviento en el que la Iglesia nos pide estar atentos a la familia y revisar nuestras relaciones. Pues hagámoslo. Si la cofradía es nuestra «otra» familia, no perdamos la oportunidad de reflexionar y unir esfuerzos para armonizar nuestra vida de futuro inminente. Sigamos sintiéndonos cofrades y participemos en cuanto esté a nuestro alcance para hacer de esta nueva Semana Santa algo que recordemos y que no sea por que no salieron procesiones. Aprovechemos el espíritu navideño y seamos creativos. La Semana Santa espera.

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