Elena Díaz Santana, Poeta ante la Cruz - 2020, recitando ante el Cristo de la Agonía Redentora | Foto: Miguel Norberto Sánchez
11-11-2020
Fue al anochecer de un domingo frío y desapacible del mes de octubre, ya remitente, cuando la poeta ante la cruz de 2020 pudo recitar sus versos ante el Cristo escuálido y lacerado de la catedral. El acto pudo mantener su continuidad. Con menos público, pocos cofrades y un coro reducido al mínimo, todo lo que exigían las circunstancias. Elena Díaz Santana, con el poemario Al calor de tus manos, cumplió con el rito de mirar al crucificado y desgranar pausadamente su oración poética en el coro de la catedral, inmenso y solemne como nunca.
El acto había comenzado su andadura en 1986, con Jesús Ricardo Rasueros como primer poeta. Desde entonces, se había logrado mantenido sin interrupción en su fecha del Domingo de Pasión, salvando imprevistos como la repentina enfermedad de Soto del Carmen, el poeta de la segunda edición, que fue sustituido con urgencia por Antonio Lucas Verdú, las obras de restauración del coro o incidencias varias que obligaron a trasladar en alguna ocasión el escenario al altar mayor o incluso a la Catedral Vieja. Pero siempre se hizo en su momento, porque va en el ADN de la cofradía, fue su puesta en escena, el acto original, su presentación cuando ni siquiera se disponía de imagen ni procesión.
Así hasta que llegó este año fatídico en el que por el confinamiento general resultó imposible celebrarlo en su día. Ante ello cabían dos posibilidades, la de dejarlo para el próximo año, solución fácil, o la de buscar otra fecha para mantenerlo y seguir con el programa previsto. Con acierto, la Cofradía Penitencial de Cristo Yacente optó por mantenerlo dentro del año y aprovechó el día de la fiesta otoñal para verificarlo. Por ello resultó quizá más sentido, más emotivo y cercano que en otras ocasiones. ¡Después de todo lo sucedido! Elena Díaz había dedicado el último año a reflexionar en silencio frente a la imagen de Cristo en la cruz, a poner todo en sus manos acogedoras, cercanas… cálidas. «Una voz poética sencilla, profunda, sentida en el decir», emocionada en medio de tanta adversidad, ponía ante la cruz las inquietudes de los hermanos que allí estuvieron para seguir proclamando que esa muerte cruel sigue teniendo sentido para el hombre del siglo XXI, mucho más cuando la magnitud de tanta calamidad le vuelve a colocar frente al espejo de su insignificancia.
Se hizo bien, porque la historia de nuestras tradiciones se forja con detalles como estos. La tenacidad es una de las virtudes que atesoran las gentes que mantienen en pie las devociones populares que moldean y cohesionan nuestra cultura. Elena Díaz fue poeta en 2020, cuando le correspondía, y el granadino Antonio Praena, Dios mediante, lo será en 2021. Ojalá las circunstancias sean distintas para entonces y no haga falta añadir acotación alguna al margen de esa relación, ya extensa, de poetas ante la cruz.
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