Lo bueno que tienen las instituciones es que, siempre que haya un vínculo para la continuidad, pueden restaurarse para recuperar y actualizar el legado histórico y espiritual que en el tiempo quedó atrás. Es lo que acaba de suceder con la Esclavitud Mercedaria de Salamanca, una cofradía de gloria que llega nuevamente para enriquecer las devociones marianas en nuestra diócesis.
La Orden de la Merced ha estado presente en Salamanca desde los tiempos bajomedievales. Sus frailes aportaron mucho a la historia de la ciudad, a su Iglesia y Universidad. Gracias a ellos se atendió espiritualmente un buen número de pueblos y extendieron las devociones populares vinculadas al carisma mercedario por casi toda la provincia. Los vaivenes socio políticos del XIX interrumpieron durante un tiempo la presencia de los mercedarios en Salamanca, pero, igual que sucedió con otras órdenes y congregaciones religiosas, regresaron y volvieron a comenzar de nuevo, dando continuidad a su legado. A lo largo del mes de noviembre, la Merced ha celebrado los 75 años de su regreso a Salamanca, todo un acontecimiento en estos tiempos en los que, al respecto, abundan más las noticias referidas al cierre de conventos.
Los mercedarios han tenido que actualizarse, como todas las instituciones que ven cumplir los siglos. Pero mantienen la fidelidad a liberación de las esclavitudes, que siguen existiendo en el sentido amplio y literal del concepto. Por eso el carisma redentor no se ha perdido, solo ha cambiado el escenario y las circunstancias en que se ejercita. Y junto a los religiosos, apoyando, los seglares, los terciarios que se decía antes, bajo la denominación en este caso de Esclavitud Mercedaria. La habían creado en 1951 y tras un tiempo prolongado de inacción, el pasado 22 de noviembre, en el convento mercedario de la Vera Cruz, quedó solemnemente restablecida. El día antes, en la catedral, el obispo Carlos había bendecido una nueva imagen de la Virgen de la Merced, todo un símbolo para el comienzo de esta nueva etapa.
Los tiempos no son buenos para la Iglesia. Realmente no son buenos para casi nada. Pero llama la atención comprobar, una vez más, cómo en ese «algo habrá que hacer» para buscar soluciones ante la creciente desafección para con lo impregnado del olor a clerecía, las devociones populares van ganando enteros. Se vuelve a la receta tradicional, así que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Bienvenida sea, por tanto, esta iniciativa que surgió en el contexto de un aniversario y ha contado para todo lo práctico con el soporte de la Hermandad de Jesús Despojado, mercedaria también desde hace un par de años.
Todo lo que sea mantener viva a devoción sincera a María Santísima, ahora bajo la advocación de la Merced, y reactivar ese carisma de liberación tan propio de la orden redentora, es bueno para la diócesis. La imagen, la procesión y el resto de la parafernalia son solo medios al servicio de los fines. Eso no se puede olvidar. A los padres mercedarios y las personas comprometidas con la junta gestora les toca velar para que los cimientos de esta nueva (y a la vez antigua) cofradía queden reflejados en los Estatutos que ahora se redactan.
Nuestra enhorabuena y los mejores deseos para la Esclavitud Mercedaria de Salamanca. Laus Deo.
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