05-05-2021
Desde hace unas semanas
circula por las redes sociales el hashtag
#HayQueVolverALaBulla. Ya sé que esto de los eslóganes y trendintopics de las redes sociales es
algo muy relativo, pero me lleva a reflexionar sobre lo que queremos en el
futuro para nuestra Semana Santa.
No digo yo que esto de la
Semana Santa interior no sea algo bueno. Creo que no soy sospechoso de recelar
de cultos, celebraciones, oraciones o adoraciones.
Pero me falta algo, me falta
lo diferencial, me falta lo nuestro, lo propio, lo genuino de las cofradías. Me
faltan las procesiones. Y me faltan tal y como las conocemos, o conocíamos. Con
sus nazarenos en la calle, con sus pasos, llevados como siempre se han llevado,
cada uno a su manera, con su música, con sus devotos, con su público, con todos
los avíos que le dan a esta nuestra forma de celebrar la fe públicamente en la
calle su propia idiosincrasia. Si no es así, no sería lo mismo, no me gustan
los sucedáneos. Y sí, por qué no, con su bulla, para el que le guste, para el
que lo disfrute, para el que le agobie, si hay bulla, hay vida cofrade. Y eso
será una buena noticia.
Otra cosa bien distinta es que
queramos y que nos dejen, dos premisas que no tengo claro se vayan a producir.
¿Nos van a dejar? La ley desde
luego nos ampara, pero parece que hay dirigentes empeñados en impedir toda
expresión pública de religiosidad popular, toda expresión de fe en la calle,
que sin duda controlan mejor dentro de los templos, amparados en absurdas
restricciones de salud pública. Y la pandemia les ha dado la excusa perfecta.
¿Alguien duda a estas alturas que el mejor sitio para reunirnos es al aire
libre? Pues sigue sorprendiéndome la suspensión de cultos y actos que se
podrían celebrar con total seguridad y distancia al aire libre y nos indican, las
autoridades, que mejor «en interiores». ¿No será que se está abonando el
terreno, para el día de mañana, en el que expresar tu fe en la calle sea mal
visto e incluso se considere una agresión al resto de la sociedad? Poned las
barbas a remojar, que esto ya pasa en varios países de Europa.
¿Vamos a querer? Tampoco lo
tengo claro. Parece que nos sentimos cómodos en esta situación, me atrevería a
decir que a más de uno le viene bien que no haya «cofradías en la calle». Todo
más tranquilo, menos líos. Pero es que las cofradías tienen unos fines
principales y uno de ellos es el culto público a las imágenes. Es lo que nos
diferencia de otros movimientos o asociaciones de fieles. ¿Vamos a renunciar a
ello? ¿Nos vamos a rendir? ¿Vamos a permitir que después de tantos siglos de
historia y vida cofrade nos digan políticos o clérigos como vivir nuestra fe?
No podemos olvidar que las cofradías son, en muchos casos, el único cordón
umbilical de muchos hermanos con la iglesia y que la piedad popular es una
forma de vivir la fe tan válida como cualquier otra. Y es nuestra
responsabilidad.
Espero y deseo que más pronto
que tarde volvamos a disfrutar de las procesiones en la calle, con todo su
esplendor y también, por qué no, con todos sus inconvenientes. Insisto, será
señal de vida cofrade y de la tan ansiada «normalidad».
Hermanos, de una u otra
manera, cada uno con sus usos y costumbres, #HayQueVolverALaBulla.
Cualquier otra cosa será eso, otra cosa, pero no será lo que tiene que ser.
0 comments: