21-05-2021
Cantado o rezado, da lo mismo, la belleza de este himno de origen medieval siempre mueve a la devoción. Y en vísperas de Pentecostés con mayor motivo, más ahora que, según parece, al gobierno regional alguien le ha insuflado algo de sentido común y flexibiliza las restricciones pandémicas, pese a que las contradicciones no han desaparecido del todo. Pero, visto lo visto, estamos como para ponerlo, el himno, a todo volumen en la versión triunfante de Gustav Mahler. Después de todo, en la tradición de la Iglesia el Veni Creator ha ido más allá de la celebración de los cincuenta días y se ha entonado en los momentos de júbilo.
Al Espíritu creador nos encomendamos, que buena falta nos
hace. Ya lo hicimos el lunes pasado, con la paloma sobrevolando Calatrava en
esas jornadas que el incombustible Tomás, mi pariente y compañero de columna en
este espacio, mantiene impertérrito año tras año. Que nadie diga que la Iglesia
diocesana no se preocupa por cuidar la formación de los cofrades. Que nadie se
queje, porque formación cofrade, o al menos para cofrades, está habiendo desde
hace ya muchos años. Organiza la Coordinadora de Cofradías, es cierto, y sería
injusto obviar a los otros componentes, cesantes e iniciantes. También ellos,
los Álvaro, Pedro, Tamara, etcétera, están presentes y trabajan o han trabajado lo
suyo. Pero es que a mí siempre me llama Tomás y a lo largo de estos años él ha
sido como el árbol arraigado con firmeza junto a la ribera, que ni el más
fuerte de los torrentes es capaz de moverlo. Y en estos últimos tiempos,
abigarradamente recios, por las faldas del monte Olivete han descargado ya unas
cuantas tempestades.
Pues eso, que de la mano de Tomás, mi pariente, anduvimos
soplando, o mejor esperando el soplo, que con las ambivalencias mejor no hacer
juegos de palabras. Y algo debió soplar, pensemos que la paloma, porque plantarse
en la casa episcopal para largar de la presencia del Espíritu Santo en las
cofradías tiene su aquel... Pero, ahora en serio, lo cierto es que en las
cofradías y la religiosidad popular que las aglutina, esta presencia se reduce
a unos pocos símbolos o a la ubicación de la fiesta en el calendario litúrgico.
Que coincide, vamos. Porque el carisma y el objeto de las devociones va por
otro lado. Así es. Y no es de extrañar. En la vida ordinaria de la Iglesia que
celebra la situación no difiere mucho. Con razón el padre Royo Marín se refería
a él como el gran desconocido. Es que… si no fuera porque es Dios, sería como
para decir que no lo conoce ni él. Y los pobres teólogos, que se esfuerzan por
explicarlo, al final la lían y nos lían más.
Recibamos el soplo, que estamos en tiempo, y el fuego y el
agua y todo los que nos quieran echar. Pero, sobre todo, que el Señor nos
ilumine en estos tiempos tan complicados que se avecinan para nuestra vida
cristiana y cofrade. A fin de cuentas, para eso invocamos a Dios cuando toma
forma de paloma. Es Pentecostés. Buen momento para escuchar, o rezar, o cantar…
el Veni Creator.
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