La capacidad de
interpretación adopta una nueva magnitud en esta sociedad que se informa y se
sobreinforma a través de las redes sociales. Resulta enriquecedor alumbrar tu
opinión desde diversas lecturas, cuidando las fuentes, por supuesto, para
conformar un análisis propio y por ello razonado. Es la mejor manera para
sentirse bien pertrechado en el debate familiar de sobremesa recuperado, porque
ya estamos vacunados, y con un café solo, con dos hielos por favor, ¡que ya
llega el verano!
Indulto o no; sedición o
no; independencia, federalismo o España indisolublemente unida,
patria común e indivisible de todos los españoles, con nacionalidades y
regiones autónomas, solidarias entre ellas.
¿A quién elegís a Jesús o a
Barrabás? Y así se encaminó la historia de nuestra salvación, sellando su
narración profética:
Y todos los ancianos de la ciudad más próxima a la víctima
lavarán sus manos en el arroyo, sobre la becerra desnuda (Dt. 21, 6).
La muchedumbre, enardecida
por quienes pretendían la libertad del pueblo israelí, a través de métodos
seculares, lejos de comprender las fórmulas espirituales, ofrecidas por el
Maestro,
…en medio de un gran clamor, gritaban: -¡No, a ese no!
¡Deja en libertad a Barrabás! (Juan 18, 40).
La vida de dos judíos en
manos de los judíos, mientras el gobernador Pilatos lavaba las suyas para
eludir una posible rebelión, referida a asuntos religiosos y políticos de una
provincia minusvalorada, a la que no sentía cuna.
Si nos situamos en aquel
momento histórico, pergeñando lo que cada uno representa, ¿a quién nos
interesaría liberar?, ¿qué convicciones nos definirían?, ¿seríamos capaces de
alcanzar una visión reveladora?
Barrabás era un zelote, líder
de aquel movimiento político del nacionalismo judío que, haciendo uso de la
violencia, se enfrentaba al dominio romano y a quienes, siendo sus propios
coterráneos, claudicaban con la invasión imperial desde su interesada situación
de complacencia.
Así lo identifica el
evangelista San Marcos,
encarcelado, con los sediciosos, que habían
cometido un asesinato por motín (15, 6-15).
Y
San Lucas presenta, en términos similares, a esta figura definitoria de la vida
de Jesús:
El tal Barrabás estaba en la cárcel por haber tomado
parte en una sedición ocurrida en la ciudad y por un homicidio (23, 19)
En
el otro flanco del tablero el mensaje del Mesías, que resultaba perturbador,
incómodo, incomprensible: un alegato de amor al prójimo antepuesto al de uno
mismo; su autoproclamación como Hijo y Padre,… ¡y Espíritu!; su guerra pacífica
sin precedentes para conquistar la libertad en mayúsculas -LIBERTAD. Incluso
hoy, los hombres hemos de hacer un esfuerzo encomiable para abrazar una
redención que está más allá de nuestras palabras glosadas, traspasando nuestra
mirada periférica, en un misterio que nos será desvelado por la cruz del
Hombre, tallada por sus propios hermanos.
Pero
descubro otro análisis del acontecimiento, que quiero compartir. Algunos
exégetas, partiendo de manuscritos griegos anteriores al siglo III d.C. avivan
una nueva concepción del pasaje evangélico: Jesús y Barrabás son la misma
persona.
Bar
Abba, es el nombre del zelote en arameo, gozando de la suerte orgullosa de su
significado: “el hijo del padre”. Concurre, además, cierta casualidad velada,
porque Barrabás completaba su nombre con Yeshua, Yeshua Bar Abba, -según
Orígenes-, y digo velada porque ese dato desaparece en las obras evangélicas.
Si Yeshua bar Abba es Jesús el hijo del Padre y todos conocían al
Nazareno, Jesús, con tal apodo, porque comenzaba sus oraciones con el término
Abba, el misterio se transforma en apólogo. Dios Hijo a través de su
crucifixión salva al hombre pecador Hijo del Padre, perdona las debilidades de
los hombres, en una intención de paralelismo con la salvación del pecado
original.
El
Hijo del Padre solo, acepta la postura disciplente de Pilatos ante la mirada de
los salmantinos en su cita acostumbrada con Boca Ratonera, cada Viernes Santo,
sin apreciar que Barrabás también es protagonista de esa escena, cuando los
cofrades pintan de azul inmaculado las calles helmánticas.
Pero
Barrabás sí comparece en la pintura de Jerónimo Prieto, encendiendo, con su
presencia destacada, mi zozobra, ante el interrogante eterno acerca de aquel
indulto.
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