lunes, 14 de junio de 2021

El indulto

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 Esther Ferreira Leonís

Cristo y Barrabás | Pintura de Jerónimo Prieto
14-06-2021
 

La capacidad de interpretación adopta una nueva magnitud en esta sociedad que se informa y se sobreinforma a través de las redes sociales. Resulta enriquecedor alumbrar tu opinión desde diversas lecturas, cuidando las fuentes, por supuesto, para conformar un análisis propio y por ello razonado. Es la mejor manera para sentirse bien pertrechado en el debate familiar de sobremesa recuperado, porque ya estamos vacunados, y con un café solo, con dos hielos por favor, ¡que ya llega el verano!

Indulto o no; sedición o no; independencia, federalismo o España indisolublemente unida, patria común e indivisible de todos los españoles, con nacionalidades y regiones autónomas, solidarias entre ellas.

¿A quién elegís a Jesús o a Barrabás? Y así se encaminó la historia de nuestra salvación, sellando su narración profética:

Y todos los ancianos de la ciudad más próxima a la víctima lavarán sus manos en el arroyo, sobre la becerra desnuda (Dt. 21, 6).

La muchedumbre, enardecida por quienes pretendían la libertad del pueblo israelí, a través de métodos seculares, lejos de comprender las fórmulas espirituales, ofrecidas por el Maestro,

…en medio de un gran clamor, gritaban: -¡No, a ese no! ¡Deja en libertad a Barrabás! (Juan 18, 40).

La vida de dos judíos en manos de los judíos, mientras el gobernador Pilatos lavaba las suyas para eludir una posible rebelión, referida a asuntos religiosos y políticos de una provincia minusvalorada, a la que no sentía cuna.

Si nos situamos en aquel momento histórico, pergeñando lo que cada uno representa, ¿a quién nos interesaría liberar?, ¿qué convicciones nos definirían?, ¿seríamos capaces de alcanzar una visión reveladora?

Barrabás era un zelote, líder de aquel movimiento político del nacionalismo judío que, haciendo uso de la violencia, se enfrentaba al dominio romano y a quienes, siendo sus propios coterráneos, claudicaban con la invasión imperial desde su interesada situación de complacencia.

Así lo identifica el evangelista San Marcos,

 encarcelado, con los sediciosos, que habían cometido un asesinato por motín (15, 6-15).

Y San Lucas presenta, en términos similares, a esta figura definitoria de la vida de Jesús:

El tal Barrabás estaba en la cárcel por haber tomado parte en una sedición ocurrida en la ciudad y por un homicidio (23, 19)

En el otro flanco del tablero el mensaje del Mesías, que resultaba perturbador, incómodo, incomprensible: un alegato de amor al prójimo antepuesto al de uno mismo; su autoproclamación como Hijo y Padre,… ¡y Espíritu!; su guerra pacífica sin precedentes para conquistar la libertad en mayúsculas -LIBERTAD. Incluso hoy, los hombres hemos de hacer un esfuerzo encomiable para abrazar una redención que está más allá de nuestras palabras glosadas, traspasando nuestra mirada periférica, en un misterio que nos será desvelado por la cruz del Hombre, tallada por sus propios hermanos.

Pero descubro otro análisis del acontecimiento, que quiero compartir. Algunos exégetas, partiendo de manuscritos griegos anteriores al siglo III d.C. avivan una nueva concepción del pasaje evangélico: Jesús y Barrabás son la misma persona.

Bar Abba, es el nombre del zelote en arameo, gozando de la suerte orgullosa de su significado: “el hijo del padre”. Concurre, además, cierta casualidad velada, porque Barrabás completaba su nombre con Yeshua, Yeshua Bar Abba, -según Orígenes-, y digo velada porque ese dato desaparece en las obras evangélicas. Si Yeshua bar Abba es Jesús el hijo del Padre y todos conocían al Nazareno, Jesús, con tal apodo, porque comenzaba sus oraciones con el término Abba, el misterio se transforma en apólogo. Dios Hijo a través de su crucifixión salva al hombre pecador Hijo del Padre, perdona las debilidades de los hombres, en una intención de paralelismo con la salvación del pecado original.

El Hijo del Padre solo, acepta la postura disciplente de Pilatos ante la mirada de los salmantinos en su cita acostumbrada con Boca Ratonera, cada Viernes Santo, sin apreciar que Barrabás también es protagonista de esa escena, cuando los cofrades pintan de azul inmaculado las calles helmánticas.

Pero Barrabás sí comparece en la pintura de Jerónimo Prieto, encendiendo, con su presencia destacada, mi zozobra, ante el interrogante eterno acerca de aquel indulto.

 

 
 

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