miércoles, 2 de junio de 2021

Nostalgia de la normalidad

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  Félix Torres

Ultima tertulia celebrada  con invitados en la sede de la TCP
 

02-06-2021

Quizá parezca extraño, incluso mentira, pero es ahora, cuando comenzamos a ver la tímida luz que parece anunciar el final de esta tenebrosa travesía, cuando se me está cayendo la venda de los ojos. Podría haber dicho que se me está cayendo la mascarilla, pero no quisiera hacer chiste fácil de lo que, digo que ahora soy consciente, supuso quebrar la línea de nuestra cómoda vida sin siquiera verlo venir.

No. No me refiero a cifras de contagio, ni mucho menos a vidas perdidas que esas frías cifras han convertido en abstracto sinsentido. Porque si de algo me he dado cuenta desde el principio, si de algo hemos sido conscientes casi todos, es de que esta epidemia pandémica nos ha cambiado la vida… y la muerte. Pérdida de empleos, comedores del hambre, abandono en residencias, muertes en soledad, días y días en unidades de cuidados intensivos, secuelas infinitas cada una con su correspondiente nombre médico, vacunas y antivacunas, mascarillas, higiene, aplausos, «epis», héroes, agotamiento del sistema…

De todo eso, que comenzó a invadir nuestras vidas poco a poco y que tras un curso acelerado de dieciocho meses nos ha convertido en opinadores expertos de… de… ¡mecachis! ¡Ni expertos de taberna hemos podido ser! Bueno, nos ha convertido, decía, en entendidos comentaristas sobre ARNm, ADN, coronavirus y virus varios, transposones y retrotransposones, inmunología, marcas y comercialización de vacunas o cualquier otro tema relacionado con este «tema». De todo eso ya se ha hablado y escrito más incluso de lo que hubiera sido conveniente.

No. Decía que no quería referirme a eso. Que de eso ya estamos «curados».

Ahora, cuando las vacunas empiezan a hacer su efecto y los datos comienzan a darnos alguna alegría; cuando nos anuncian un verano algo más relajado y sin mascarillas; cuando se nos abren los bares para poder disponer de esa palestra desde la que hacer que nuestras opiniones parezcan sentencias, ahora, digo, es cuando echo de menos a mis amigos contertulios y cofrades cayendo en la cuenta de que a alguno no lo veo desde los tiempos del confinamiento. Que llevamos más de un año sin poder disfrutar de un café y una charla junto a todos esos invitados que se nos han ido acumulando por mor de las circunstancias. Que tenemos pendientes desde el presidente de nuestra Junta de Semana Santa a cuantos hermanos mayores han alcanzado el cargo en los meses de pandemia, y que en la Tertulia siempre nos gustó contar con ellos, darles nuestra bienvenida y ofrecerles nuestras manos.

He echado de menos a ilustres ilustrados que como invitados formales de nuestras sesiones quincenales hubieran dejado huella en los contertulios con sus opiniones y comentarios.

He echado de menos actos y presentaciones como esa parte de la cultura cofrade que nos hemos visto obligados a dejar de disfrutar. Sí, son muchas las cosas pero son más las personas. No poder compartir café y chascarrillos con vosotros, mis contertulios, es a lo que me refiero. Porque parece que fue ayer y se nos han pasado dos cuaresmas sin siquiera vernos. Y ahora, cuando nos dicen que nos van a quitar las mascarillas, es cuando se me cae esa venda de los ojos que me tenía preocupado por otras cosas. Y quisiera que todo fuese un mal sueño y poder estar este sábado con todos, con vosotros y con cuantos se sientan invitados, para compartir un rato de normalidad cofrade, sin protocolos ni normativas, junto a un café y un vasito de licor.

Tendremos que esperar a un nuevo curso, pero sabed que aun sin darme cuenta os he echado de menos todo este tiempo.

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