lunes, 25 de octubre de 2021

Lo extraordinario

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Andrés Alén

25-10-2021

Pocas palabras admiten más cantidad y variedad de significados que van de lo distinto, lo anormal, lo otro, hasta lo que percibimos como sublime o milagroso. Un adjetivo poco objetivo. Percibo cierta influencia de la lectura de la pasmosa novela de Rodrigo Cortés Los años extraordinarios donde se narra la llegada del mar a Salamanca con hermosas vistas desde la Casa Lis, o la invasión de la ciudad por los de Alicante, enfrascados en guerra con el resto de España, efectivamente sucesos claramente inusuales como el hecho mismo de que el genio de este exalumno escolapio se haya cultivado aquí.

Estamos insertos en esa anormalidad que nos ha traído el-la Covid, un pulpo de mil tentáculos amenazantes que nos confina y enmascara por fuera en exteriores y me temo que un tanto por dentro, en el interior, en nuestra esencia.

También nuestra Semana Santa se confinó mitad convencida mitad obligada y los que tienen esta devota tradición metida en vena, lo pasaron muy mal, pues no había chute. Los más aguantaron. Sin procesiones, sin cultos (nunca fueron abundantes), Con algún suceso infrecuente, como la intervención de la Hermandad Dominicana por algunos pecados de esos que no perdona el obispo, solo el Papa y por aquí no vino. Se espera que al final esta Hermandad volverá a retomar sus riendas por los siglos, después de unas próximas elecciones gestionadas por unos interventores independientes (al menos de esta santa cofradía): Venezuela pero más. Fabuloso. Uno ha visto cosas más graves en la Iglesia. ¿Verdad niños? Y nadie mandó a los cascos azules.

Pero lo que se ha extendido como colada palmera, en estos nuevos tiempos de afloje pandémico han sido las salidas, no de tono, sino las salidas extraordinarias. Se han generalizado por toda región semanasantera. Se va librando Zamora, pero en Sevilla solo las más imprescindibles ya han convertido la carrera oficial en un circuito intransitable para el tráfico rodado, que si quieres salir a cualquier sitio es mejor que te vayas procurando porteadores. Que si la Virgen de tal se visita a sí misma con otro título, que si se conmemoran los bisiestos desde la coronación, que si llevamos dos años sin salir y esta va por ustedes y por la igualdad y el cambio climático. Ay, Sevilla, que has llegado a lo sublime con la salida en santa misión a un barrio pobre del Gran Poder, reconfortando, no lo dudo, de tanto sufrimiento e ese pueblo entregado a tu adoración. Hasta una nube en San Lorenzo salió a verle, y era, dicen, la misma imagen del Cachorro, del revés. Lloverían lágrimas. Después, en visita a la sede canónica de los gitanos, iglesia del antiguo monasterio del Valle donde Juan de Mesa entregara su Jesús del Gran Poder, este hoy, frente al “Manué” cara a cara, a cuestas con sus cruces hasta que se heló el aire.

Málaga a su vez andaba reclutando a cinco mil hombres de trono para portar en dos turnos las dieciséis imágenes de su procesión Magna de este treinta de octubre, desde la Pollinica, borriquita aquí, al Resucitado, pasando por el Cristo de Mena, que ya es de Palma Burgos, y la entronizada Esperanza, Camino de la Gloria como intitula este acontecimiento su centenaria agrupación de cofradías. Yo creo que sin la legión y sin el Cautivo será más grande que magna y un tanto pesada, en kilos, digo por los cinco mil.

El panorama de salidas y entradas supongo extraordinarias, excepcionales o inusuales, se prodigan en progresión divina hasta un punto en que la antigua Semana Santa pase a formar solo una parte del abono. Claro, es lo que tiene lo extraordinario, que no admite mucha repetición, que no puede ser cotidiano por muchas ganas que se tengan de celebrar, de pasear sagrados o airear el alma procesionaria y cofrade. Que puestos a elegir entre lo extraordinario o lo normal, yo me quedo con la Semana Santa normal, con Domingo de Ramos, Viernes de Dolores y Pascua de Resurrección, si la pandemia no lo impide, y aunque lo impida, una y anual.

 

Nota: La ilustración que encabeza el artículo corresponde a la actual exposición en la Iglesia de San Lorenzo en Úbeda (Jaén) del portentoso artista andaluz Santiago Ydáñez. Un conejo blanco en lo que fue un altar mayor es algo extraordinario y me recuerda los conejos que saca de la manga tanto prestidigitador cofrade con tanta celebración.

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