miércoles, 9 de marzo de 2022

¿Sobran revistas? Faltan hermanos

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 Félix Torres

Procesión del Cristo de los Doctrinos | Foto: Alfonso Barco

 09-03-2022

Se activan los actos cofrades, pero falta gente. Eso es lo que me viene a la mente cuando, ahora que ya tenemos la ceniza impregnada en incienso recordándonos que debemos creer en el Evangelio, oigo conversaciones en la calle, leo comentarios en los circuitos cofrades virtuales y me cuentan quienes tienen responsabilidades en el futuro más inmediato de nuestras cofradías, hermandades y congregaciones.

Revistas, cultos, actos poéticos y culturales, carteles, conciertos, podcasts y canales de Youtube…, todo parece que vuelve a la normalidad. Las cofradías, —que en su mayoría no han interrumpido su actividad salvo en los momentos más duros de las imposiciones provocadas por el virus de Wuhan— retoman la elaboración y presentación de revistas, boletines y carteles anunciadores de esta «nueva» Semana Santa que, por fin, parece cercana a la normalidad. Esta Tertulia que nos ampara, sin ir más lejos, deja atrás el negro hueco que quedó la cuaresma pasada y vuelve a retomar la publicación de su revista Pasión en Salamanca, quizá, junto al cartel anunciador de la Pasión, los elementos más paradigmáticos, por visibles, del conjunto de actividades que realiza quincenalmente y que, a pesar de las adversidades, solo han sido interrumpidos en los tiempos de confinamiento obligado por autoridades y circunstancias.

Cofradías y hermandades, bandas y agrupaciones musicales se lanzan a los diferentes escenarios salmantinos para hacernos llegar sus novedades en forma de cuadernillos, carteles, nuevas composiciones musicales o actos de culto, como muestra de que si aún no todo quedó atrás, el deseo puede más que la realidad e intentan normalizar al máximo lo que durante los dos últimos años hizo de la anormalidad su regla. Así, poco a poco —o de golpe, que no se sabe qué es mejor—, como si nada hubiera pasado.

Sin embargo, en los mismos circuitos de información que ya mencioné líneas atrás, también se escucha y se lee que las cofradías salmantinas, y muchas de las españolas por los anuncios y noticias que se ven circulando por el universo virtual, tienen miedo de no tener cofrades suficientes para sacar a la calle procesiones mínimamente adecuadas. No solo se están reclamando cargadores o costaleros, sino que esa otra masa más silenciosa, que se significa únicamente el día de la procesión, que no tiene ensayos ni actividades de hermanamiento siquiera en los días cuaresmales, que parecen los más indicados para ello, ese grupo, digo, también tiene en vilo a directivas y organizadores. ¿Saldrán a la calle? ¿Habrá que convocarlos de igual manera que a los hermanos de paso para que confirmen su asistencia? ¿Seremos suficientes este año?

Quizá la «relajación» de estos dos últimos años haya hecho más mella de lo que creemos en muchos de nuestros nazarenos y, como cuando con aquello del desarrollismo de los setenta todos se iban a Benidorm, puede que muchos opten por aires más serranos o por el ozono de la costa que, por lo que dicen, son mucho más sanos que una mascarilla bajo el capirote en procesiones aglomeradas.

Ciertamente, la congoja está ahí y no se va a calmar hasta que no se vea la procesión en la calle con todos sus hermanos —o suspendida por falta de personal, Dios no lo quiera—. Pero también todo esto es significativo para confirmar que, y vuelvo a los primeros párrafos de esta reflexión, al final, las cofradías, en su día a día, son sostenidas por un grupo, generalmente pequeño, de hermanos comprometidos a los que no solo importa una procesión, sino el que la asociación esté viva todo el año. No solo hábitos y capirotes o el puesto bajo las andas (importantísimos todos, por supuesto), sino todas esas actividades tanto culturales como cultuales que dan sentido a una cofradía más allá de salir a la calle unas horas a hacer una penitencia que, quizá, no sea la más importante aunque sí la más visible de cara al público. Esos pocos que se esfuerzan para que todo fluya, para que los triduos y eucaristías puedan celebrarse, para que la revista tenga un mínimo de páginas y toda la calidad posible, para que los actos lleguen a buen puerto, aunque la respuesta final nunca sea la deseada, que sí esperada, desgraciadamente. Esos cuantos que mantienen nuestras cofradías como si no hubiéramos tenido una pandemia y que, además, serán los primeros en vestir su hábito y portar su cirio. Porque también en la calle se hace hermandad.

¿Sobran revistas? ¿Faltan hermanos? Ni sobran ni faltan, que el esfuerzo de unos pocos nunca debe ser menospreciado. Que todo es bienvenido aunque para muchos, como mucho, solo sea un día al año.

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