lunes, 23 de mayo de 2022

Sin devoción no hay mañana o parafraseando a Ricardo Flecha

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 Esther Ferreira Leonís

Imagen de Myriams-Fotos en Pixabay

 23-05-2022

Qué sería de nuestra existencia si no discurriera regada por los albores del mañana.

Dice Hellen Keller en su libro La puerta abierta, -cuyo título ya nos vaticina letras de esperanza en su interior-, « ¡Mañana! Cuántas posibilidades hay en esa palabra. No importa lo desalentador que sea el día de hoy, lo cubierto que esté de nubes oscuras, con miedos, enfermedad y muerte, siempre hay un Mañana, con sus promesas de cosas mejores».

El mañana de las cofradías son los nuevos hermanos que desenvuelven, con entusiasmo, el papel charol que aviva la ilusión por ser huella del grito del Hombre, con el paso decidido, paso que se hinca en íntima oración para después estallar en luz por las calles, porque «…Solo desnudo de uno mismo/ puede saberse de otros», -os invito a reflexionar a partir de estos versos de Hugo Mujica en su poemario Barro Desnudo.

En la Hermandad Franciscana de Salamanca los dieciséis años perpetúan este momento inicial, enmarcado para siempre en la memoria. Y aunque algunos de estos hermanos neófitos en la Franciscana ya acumulan en su retina otras experiencias semanasanteras, siembran su primer recorrido, junto al Cristo de la Humildad, con la voz de quienes se ven obligados a enmudecer sus creencias en la Tierra de Jesús. Consuman así la misión que nutre de savia las ramas que ya son futuro germinado.

Por primera vez, sentirán el escalofrío de la noche, que despierta con el rumor de las antorchas franciscanas, y el abrazo cálido de las calles, cuando va arribando la guía del Cristo de la Fraternidad Franciscana; es una talla en madera de nogal, del escultor Ricardo Flecha quien profundiza con su obra en la devoción a las imágenes, pues han de servir como vehículo de oración. El Cristo no está colgado de la Cruz, el Cristo y la Cruz emanan de la misma materia, son fruto de la misma raíz, el Cristo se difumina en la Cruz y la Cruz es el Cristo, porque el Misterio es la Cruz, -me emocionan las palabras del autor, un día cualquiera que se ha tornado en recuerdo agradecido para siempre.

Las imágenes de devoción cumplen una función pedagógica y, a través de su representación, hemos de sentir nuestras esas palabras que inician la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14: «Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor».

Las cofradías y hermandades deben sustentarse en el fundamento de nuestra Fe, no solo haciéndolo presente en sus estatutos, sino en toda su idiosincrasia. Es insuficiente pertenecer a una cofradía porque el hábito es el más elegante -cómo llora la capa con el viento en el horizonte de la tarde que muere-, porque la Virgen es la más guapa -solo sus lágrimas escapan de la tristeza cual pétalos de rosa sorprendida al final del verano-, porque siento el arropo de miles de hermanos -la tarde dio paso a la noche que se deslizó hasta la madrugada y en el dorado tacto de la piedra la mañana nace.

La continuidad de un proyecto radica en la fuerza del compromiso que inspira la razón que lo sustenta. Así, la Hermandad Franciscana surge de la humildad con la que fray Romualdo Fernández, misionero franciscano en Siria, «continuamente nos recordaba que no olvidásemos nunca a los cristianos perseguidos en el mundo y, de forma muy especial, que tuviésemos en cuenta a los de Tierra Santa», explican los fundadores en la página web de la Hermandad (www.hermandadfranciscana.com).Resulta imposible ser ajeno a este mensaje.

Es el espíritu de una hermandad o cofradía el que sella el mañana…

 

 

 

 

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