viernes, 24 de junio de 2022

Oro parece, plata no es

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 P. P. Mateos

Foto: Junta Semana santa de Salamanca
  
 24-06-2022

Hace unos días fui interpelado como creyente sobre la Semana Santa y su razón de ser. En concreto, mi interlocutor decía que hoy la Semana Santa tenía un sentido principalmente, por no decir exclusivamente, turístico.

Resulta evidente que en parte tiene razón dado que tiene un fuerte apoyo de las instituciones. De ellas le llegan tanto medios materiales como inmateriales: dinero, declaración de interés turístico, presencia en los medios de comunicación… esto es innegable. Incluso que haya quienes, bastantes si se quiere, participen en las cofradías sólo porque tiene interés social.

Ahora bien, que todo lo que ocurre en Semana Santa sea eso es mucho decir. No lo es ni por el origen, ni por las consecuencias:

1. No lo es por las consecuencias en tanto que están resurgiendo expresiones de la muerte y resurrección de Cristo que habían caído en el olvido. Expresiones que parecían destinadas a desaparecer con el fin de los pequeños pueblos donde se vivían. Se está produciendo, pues, un intercambio cultural muy importante y una comunicación a nivel masivo que se logra por el mero hecho de ver expresiones artísticas que proceden de una tradición, que en este caso es española.

Además, en muchos casos la imagen es acompañada por la música, lo que ofrece un contexto interpretativo que es inmediato y que quien contempla la procesión recibe sin necesidad de que se lo expliquen.

No podemos despreciar sin más las conversaciones que tengan lugar entre grupos una vez que acaba la procesión. Suponen ocasiones nada despreciables para la evangelización.

2. Tampoco lo es por el origen dado que nadie dijo vamos a hacer una Semana Santa de esta manera para que vengan los turistas y así generemos riqueza. En el origen es solo la expresión de una fe, la cristiana-católica, ya que es un fenómeno que se da en España y en lo hispano. Una expresión que pretendía exponer a la vista de todos de una manera plástica lo que se celebra en la liturgia de esos días. Se ha llegado a decir que las imágenes son el evangelio de los pobres (cuando los pobres no sabían leer ni escribir).

Es también dar forma a lo que contempla el artista, que es lo que el pueblo, la Iglesia, Pueblo de Dios, cree. No se pretende elaborar una historia nueva sino expresar de forma plástica la narración evangélica. Y de hecho no se acepta cualquier imagen para procesionar.

Podríamos seguir, pero no añadiríamos nada nuevo. Baste solo decir que hemos de cuidar el contenido de fe en el que tiene su origen, no vaya a ser que quedando vacía se convierta en rutinaria y deje de interesar. Por lo que oigo, en este sentido, propongo cuidar más la vivencia de la Cuaresma-Pascua en las hermandades y cofradías para que mi interlocutor y otros como él puedan percibir en los desfiles procesionales «Espíritu», lo otro no tiene vida.

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