18-11-2022
Dice el filósofo de origen coreano Byung-Chul Han, desde 1959 afincado en Centroeuropa, «El respeto va unido al nombre. Anonimato y respeto se excluyen entre sí. […] Nombre y respeto están ligados entre sí. El nombre es la base del respeto que siempre se produce nominalmente. Al carácter nominal van unidas prácticas como la responsabilidad, la confianza o la promesa. La confianza puede definirse como una fe en el nombre». En concreto este fragmento está tomado de su libro En el enjambre y cuya lectura recomiendo sin duda ninguna.
De
este modo podemos pensar que el respeto y el nombre están ligados entre sí por
la coherencia. De otro modo, si la realidad no corresponde con lo que el nombre
por el que se conoce refiere, ese nombre acaba por no tener valor y, en todo
caso, el valor contrario, el «no-respeto». Y lo mismo ocurre con la realidad a
que alude.
¿A
qué viene esto? A que ahora parece que la Semana Santa tiene todos los «plácets»,
o al menos, todos los que son posibles. Uno de estos plácets es el publicitario
y la calificación de interés turístico, regional, nacional o internacional. Es
una fuente de turismo y, por tanto, de riqueza. En este sentido da la
impresión, tal vez esté quien escribe en un error, que la Semana Santa del Sur,
sobre todo la sevillana, dada la gran cantidad de visitantes que convoca, se
está proyectando también en Castilla y León como modelo a imitar.
Y
este es el asunto: ¿Quiénes vienen a Castilla y León esperan encontrarse con el
Sur o con la sobriedad, el silencio, la profundidad que no se puede expresar ni
siquiera con un poema porque este se quedaría corto? ¿Vienen buscando una
expresión colectiva que resulta llamativa o vienen buscando una expresión
colectiva donde el silencio es la única expresión común de una verdad personal
que cada cual percibe en diálogo con cada paso y al lado de otros? Un silencio sereno
que sólo se rompa por la música sobria y suficiente para favorecer la procesión
y que se restablece tan pronto se paran los pasos y la música cesa.
Conservemos
nuestra identidad, no contra otras, ni porque sea mejor ni peor, ni compitiendo
con ninguna, solo conviviendo con todas. Pero, si perdemos la coherencia, tal
vez se acabe depreciando cómo se deprecia la copia respecto del original y el
nombre Semana Santa en Castilla y León
termine por no decir nada, sencillamente porque se ha vaciado de contenido.
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