miércoles, 28 de diciembre de 2022

  Las inocentadas de la Semana Santa

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 Charo Martín Fraile

Salida de la Hermandad Dominicana

 

28-12-2022

Esta celebración que cada 28 de diciembre rememora ese episodio bíblico que fue la matanza de los niños menores de dos años, ordenada por el rey Herodes I el Grande en el territorio de Belén de Judea, ha llegado, con el paso de los años, a convertirse en la celebración de un animado día en el que se gastan bromas y se compran artículos graciosos. Se celebra hasta el punto de que algunos medios de comunicación participan difundiendo noticias peculiares, por descabelladas, y completamente falsas.

Unos gastan las bromas y otros son el blanco de las mismas.

Pues, esta sensación de estar sufriendo una inocentada es lo que últimamente estoy sintiendo cuando me comunican en alguna reunión cofrade los futuros proyectos sobre cambios en la forma de portar los pasos, cuando nunca han sido contemplados de una manera debatida y argumentada por la totalidad de la nómina de hermanos, sino decididos, única y exclusivamente, por los hermanos de paso que se arrogan la potestad de decidir, en nombre de toda una hermandad, una forma estética y distinta de caminar los pasos en las estaciones de penitencia. Como si esa estación de penitencia fuera «patrimonio» exclusivo suyo y los hermanos nazarenos no tuviéramos nada que decir al respecto. Solo debemos acatar y reconocernos como hermanos inferiores, es decir, adoptar la posición de los inocentes, como si tuviéramos dos años, y no fuéramos capaces de aportar argumentos y razones válidas para aprobar o rechazar los cambios en dichas formas de portar los pasos de nuestros sagrados titulares, que son los mismos que los de los hermanos de carga.

Está claro que desde los equipos de gobierno se está consintiendo una exclusión de los hermanos nazarenos en la toma de decisiones que, sin lugar a dudas, de una manera u otra afectan a todos los miembros de la hermandad. Desde mi punto de vista, esto solo puede generar controversia y malestar, que podría solucionarse fácilmente si las juntas rectoras optaran por una posición menos pusilánime frente al mal llamado grupo de poder de los hermanos de carga. Y digo mal llamado porque es una forma de segregar al resto de los hermanos, que cumplen otra misión en el desfile procesional que de ninguna manera es inferior a la carga de los pasos.

Todas estas decisiones, que se toman sin consenso alguno de todos los hermanos, suelen llevar consigo que algunos de los artículos de los estatutos o reglas que ordenan la vida de las cofradías haya que saltárselos de forma descarada o, cuando menos, realizar una interpretación de forma acomodaticia de los mismos, como, por ejemplo, los relativos al hábito o vestimenta regulada para los hermanos de carga. Un incumplimiento que se consiente y, es más, se alienta en muchos casos desde los órganos de gobierno de las cofradías y hermandades como signo de «modernidad» y de «innovación», con el fin de aumentar el número de hermanos en detrimento del espíritu fundacional y conservado a lo largo del tiempo, lo que es casi siempre una seña de identidad que inclina a los indecisos a formar parte de una hermandad u otra, y no una nota o característica «rancia» e inmovilista que lastra a la hermandad o cofradía en su crecimiento.

Así pues, y tras esta reflexión que escribo el día de los Santos Inocentes, tengo que concluir que, como hermana nazarena, sienta que me hayan colgado un monigote de papel en la espalda.

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