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| Cristo de la Agonía Redentora | Foto: Pablo de la Peña |
21-02-2024
Va para quinientos años de las hechuras del Cristo de la Agonía Redentora, el crucificado ante el que algunos solo atinamos a balbucear, colocarnos detrás y seguirlo para hacer de él camino, verdad y vida, una forma de aprender a creer. La talla más antigua de nuestra Semana Santa y, devociones aparte, la que guarda tras de sí una historia más enigmática. Una historia sin certezas que acrecienta el interés por ella después de un largo tiempo de aparente sombría indiferencia.
Porque la fuerza del Cristo de la Agonía Redentora pareció no serlo desde que salió del Convento de las Madres Isabeles en 1836 hasta su rescate siglo y medio después, una oportuna casualidad de los iniciadores de la hermandad cuyos miembros ya nunca lo olvidaron en el crucero de la Catedral Nueva. Allí aguardó décadas, colgado, en un fingido abandono a la espera de sus cofrades.
A punto de cumplir medio milenio encarnado en madera, sin autor confirmado aunque las hipótesis semejen claras, sin historia trazada aunque con evidentes indicios, el Cristo es hoy inspirador del mayor corpus poético que la Semana Santa haya dado nunca. Una cuadrilla de poemas que autores con distintos acentos y sensibilidades muy variadas han ido regalándonos para rezar ante esta figura, en cuyo rostro se resumen tantas dudas y certezas de nuestra fe.
Es inmensa la entrega de los poetas ante la llamada de la cofradía, tanta como el acierto de sus dirigentes. Son ellos quienes han sabido fiarse de los hermanos y colaboradores más doctos en la materia para alcanzar las actuales cotas de prestigio del acto del Poeta ante la Cruz. Una buena receta a imitar.
Los cofrades lo celebramos y agradecemos poder escucharlos. He tenido la suerte de entrevistar a muchos de ellos y he descubierto que la generosidad es su punto en común. Mónica Velasco será la próxima y confirma todo lo dicho.
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