lunes, 30 de septiembre de 2024

Pisando fuerte

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Félix Torres

Fotografía: Pablo de la Peña

30-09-2024

No acaba de entrarnos aún el otoño y la Semana Santa –iba a decir nuestra Semana Santa, pero me da que es igual o parecido allende el Tormes hasta la confederación del Guadalquivir– se remueve como si tuviéramos ya a la vista la inmediatez del Miércoles de Ceniza. Vamos, que entre unas cosas y otras, cofradías y cofrades salmantinos entran en el último trimestre pisando fuerte, incluso como elefante en cacharrería en algún caso.

Se habla de programar «salidas extraordinarias» para las que el sentido está más en la cabeza (entiéndase la ironía) que en la espiritualidad del corazón. Teniendo como argumento aquello de que si otros lo hacen, por qué nosotros no vamos a ser como ellos; que si tiene su aquel lo de hacer procesiones por las márgenes del Guadalquivir o en la Alameda malagueña, por qué va a ser menos nuestra Rúa.

Y aunque lo de Andalucía ya haya tenido hasta la intervención seria de algún responsable criticando el sinsentido de muchas de estas manifestaciones en las que la religiosidad es en muchos casos lo de menos, y las quejas de ciudadanos que, ajenos o no al mundo cofrade, ven día sí y día también cómo se les cortan calles y accesos, con incomodidades en muchos casos agraviantes, nosotros a lo nuestro sin mirar a los lados. Claro que, como en nuestro entorno no llegamos aún a aquel grado de excitación fervorosa (aunque a algunos no les importaría lo más mínimo), programamos lo que podemos… o nos vamos a las suyas para poder decir que las hicimos nuestras.

En fin, que circulan por ahí propuestas de algunos dirigentes cofrades (que no de cofradías) para organizar fastos extraordinarios con lo mejor de sus pasos en las calles (entiéndase de nuevo la ironía), como si el no hacerlo les diera sensación de menoscabo a la vista de extraños –los de allá–, que los propios –los de aquí– conocemos los percales mucho mejor que las sedas.

Se ha hablado también (o así lo he oído) de coronaciones canónicas, unas ya eternas y otras de nuevo cuño, para ornato de nuestras Vírgenes, tal que sin ello la devoción de pueblo y cofrades fuese a verse resentida. No digo que no sean intereses loables para quienes lo piden y para sus imágenes, pero sí llama la atención que la propia patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Vega, no ostente semejante «título» sobre su cabeza, al menos tal como se entiende en el mundo cofrade, y la diócesis y los diocesanos, todos nosotros, no parezcan estar preocupados por ello. Quizá fuese bueno, que no necesario, que ese empeño por coronar imágenes tuviese como prioridad de todos la de aquella que nos debiera representar y unir mucho más allá de nuestros círculos cofrades. Después, tras conseguir ese primer objetivo, coronar a nuestra patrona, podríamos seguir soñando con razones más sólidas sobre las coronaciones deseadas, añoradas y, por qué no, merecidas en su caso. También digo, y creo que es rumor sólido y reciente, que una de esas coronaciones que se andaban proyectando es posible que vaya a quedar «dormida» al menos durante un tiempo, que no parece algo programado por quienes tomarán esas riendas cofrades, a pesar de haberse ido vendiendo parte de la leche antes del ordeño de la vaca. O quizá fuese solo un sueño, plasmado en un programa electoral, que se ha ido contando por ahí como una realidad posible.

En fin, que el otoño viene pisando fuerte, como decía, y habrá que esperar a resultados de distintos procesos electorales, unos más inmediatos que otros, para ver si todas estas expectativas imaginadas por algunos llegan a los puertos deseados, siempre, claro, pasando por los filtros que se suponen en el proceso. A saber: cabildos o asambleas generales y sus estatutos, Junta de Cofradías y sus reglas y Coordinadora Diocesana de Cofradías y sus normas. Que bien estará lo que bien se haga a la vista de todos.


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