viernes, 9 de mayo de 2025

La hermandad fantasma

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Félix Torres

Fotografía: Pablo de la Peña

09-05-2025


No voy a decir que el pasado 30 de enero me asustase o preocupase, al menos no más que la mayoría de los que sabían del tema, pero ciertamente, desde aquel día la intriga me ha rondado tan esporádicamente como le permitían las tareas irrenunciables y las verdaderas preocupaciones, que siempre asoman para hacer de menos a estas otras cuestiones menos personales.

La cosa es que desde aquella tarde de invierno soy consciente de que una de mis hermandades, la Universitaria por concretar, está en un limbo, más legal que real, que limita algunas de sus necesidades. Una hermandad inexistente, una hermandad fantasma.

Todo saltó por los aires cuando se intentó incluirla en el Registro de Entidades Religiosas, para lo que era necesario aportar una copia certificada del acta fundacional, del decreto de erección canónica episcopal y de los estatutos vigentes y, por lo que sea (llamémoslo tradición, dejadez o desgracia –toda esa documentación desaparece en los fatídicos setenta, cuando la Clerecía sufre una seria reforma estructural y la Semana Santa está de capirotes caídos), estos documentos no aparecían en el archivo de la hermandad. Tras esto, y resumiendo al extremo, se solicitaron las copias correspondientes al archivo diocesano como depositario oficial y ahí se abrió la caja de los truenos. Una caja de los truenos que por no tener no tenía ni telarañas. La carpeta con los documentos de la Hermandad Universitaria estaba completa y sorprendentemente vacía. Ni originales ni copias. Nada de nada. Un agujero negro desde 1948 hasta hoy mismo, más allá de la constancia fehaciente de una historia cientos de veces transcrita en prensa local y gacetillas cofrades, de los documentos gráficos de docenas de procesiones cada Martes Santo, del testimonio de primera mano de quienes ya andaban en aquellos tiempos cubriéndose con el capillo, de la confirmación en sus cargos para los distintos hermanos mayores por parte de los distintos obispos, de la tradición, en definitiva, que nadie de esta diócesis con un mínimo conocimiento de estas actividades piadosas de Semana Santa pone en duda. Incluso la propia página oficial de la Diócesis de Salamanca, en su apartado de Hermandades y Cofradías, la contempla como una más, como debe ser.

Sin embargo, no parece sencillo lo de aplicar la lógica y desde la Casa de la Iglesia, no solo depositaria en sus archivos de las copias correspondientes de la documentación que en su día debió aportar la hermandad, sino también de los propios originales de decretos y sanciones firmados y rubricados por el mismísimo ordinario, salidos de aquellos despachos y que, al parecer, no aparecen en estantería alguna. Los argumentos son cuadriculadamente rígidos. Lo único factible parece ser la solicitud de fundación de una nueva hermandad de Semana Santa en cuyos estatutos se incorpore un preámbulo que testimonie lo que podríamos considerar el carácter histórico de la Hermandad Universitaria desde 1948, lo que se consideraría en el decreto de erección canónica. Vamos, un sí pero no. Un sabemos que es así pero oficialmente perdéis el olor a añejo y el polvo de los casi ochenta años de testimonio en las calles salmantinas. ¡Hale! ¡Alpargatas nuevas!

En definitiva, que me puede la curiosidad (ya digo que más que la preocupación) y no alcanzo a adivinar el final de esta miniserie. O quizá sea más apropiado decir de esta regata, pues lo que se mueve por las aguas diocesanas es un barco bergantín que, como buenos marinos, sabemos tiene dos palos y que cada uno de ellos tiene que aguantar sus propias velas. No debemos quitar un ápice de responsabilidad a quienes durante años debieron custodiar la historia documental de la hermandad, pero tampoco olvidar que el archivo diocesano debería cubrir, al menos en parte, esas faltas de papeles, que no dejan de ser la parte más “oficial” en esta custodia de decretos, libros y legajos, más allá de las copias en vete tú a saber qué manos.

En cualquier caso, sabiendo como todos sabemos que la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora Madre de la Sabiduría está ahí desde 1948 dando testimonio y siendo ejemplo paradigmático de lo que es una estampa de Semana Santa salmantina sobria y elegante, reconocida por casi todos, bien se podría tirar de este «argumento», más sólido que muchos otros, y reconocerle oficialmente su estatus en la Semana Santa salmantina sin más exigencias. Que quizá se esté haciendo y yo llegue tarde y desinformado, aunque estas noticias suelen correr como reguero de pólvora prendida. Sean esos los mejores deseos, sin miedo.

 


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