miércoles, 29 de octubre de 2025

La Doctrina de la Iglesia sobre las hermandades y la religiosidad popular: del Vaticano II a los últimos papas

| | 0 comments

Raúl Román

Imagen del Concilio Vaticano II

29-10-2025

La religiosidad popular, con sus ricas expresiones de fe manifestadas en las hermandades y cofradías, ha sido objeto de una profunda reevaluación y valoración positiva en el magisterio de la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II. Lejos de considerarse una práctica marginal o simplemente folclórica, el concilio y los papas sucesivos la han reconocido como un verdadero tesoro y una fuerza evangelizadora esencial para el pueblo de Dios.

El Concilio Vaticano II: apertura y revalorización

El Concilio Vaticano II (1962-1965), si bien centró su reforma en la Liturgia como «cumbre y fuente de toda la acción de la Iglesia» (Sacrosanctum Concilium, SC 10), no la contrapuso a la piedad popular, sino que la integró en el marco de la vida espiritual del cristiano.

La Constitución Sacrosanctum Concilium afirma que la vida espiritual no se agota solo con la participación en la sagrada liturgia (SC 12). De hecho, recomienda encarecidamente los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, siempre que sean conformes a las leyes y normas de la Iglesia (SC 13). Este reconocimiento marcó un cambio de perspectiva, al pasar de una actitud a veces de cautela o desconfianza, a una de apreciación y orientación pastoral. Se subraya que el cristiano debe también «entrar en su interior para orar al Padre en lo escondido».

El Concilio sentó las bases para ver en la religiosidad popular un camino legítimo para vivir la fe, una búsqueda de Dios genuina que debía ser purificada y evangelizada, pero nunca despreciada.

Pablo VI y la Evangelii Nuntiandi: el gran impulso

San Pablo VI dio un paso fundamental en la valoración de la piedad popular con su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975). En un momento de cierta polarización entre liturgia y piedad popular, el papa reconoció explícitamente los valores intrínsecos de estas expresiones:

Sed de Dios: Reflejan una búsqueda de Dios que solo los pobres y sencillos pueden conocer.

Capacidad de sacrificio: Hacen capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo.

Sentido de la Cruz: Tienen una percepción aguda del sentido de la Cruz en la vida.

Sin embargo, Pablo VI también señaló sus límites, como la exposición a deformaciones de la religión o la falta de una adecuada formación religiosa. Por ello, insistió en que la piedad popular debe ser «bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de la evangelización» (EN 48). Se establece el principio rector: la piedad popular es una realidad a evangelizar y, a la vez, una fuerza con potencial evangelizador.

Juan Pablo II y Benedicto XVI: profundización y dirección

Juan Pablo II continuó esta línea, destacando la importancia de que la fe se haga cultura para ser plenamente acogida y vivida. La piedad popular es vista como el resultado de la encarnación de la fe cristiana en una cultura popular, lo que explica su carácter encarnado, con «carne y rostro» (María, Jesús, los Santos).

Bajo su pontificado, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia (2002). Este documento es esencial, ya que ofrece criterios teológicos y orientaciones pastorales precisas, buscando la armonización de la piedad popular con la liturgia, asegurando que las devociones conduzcan a la conversión y a la participación plena y consciente en la eucaristía y el sacramento de la reconciliación.

Benedicto XVI, a su vez, también valoró la piedad popular como una expresión de fe que ha entrado en el corazón de los hombres, constituyendo un gran patrimonio de la Iglesia, y destacando cómo a través de ella «la fe se ha hecho carne y sangre» (Carta a los seminaristas, 2010).

El papa Francisco: la religiosidad popular como lugar teológico

El papa Francisco mostró un aprecio particularmente profundo por la religiosidad popular, considerándola una manifestación del genio propio del pueblo de Dios. En Evangelii Gaudium (2013), la eleva a la categoría de «lugar teológico», es decir, un sitio desde donde Dios se manifiesta y donde se puede aprender sobre la fe.

El recordado papa subraya varios aspectos cruciales en el contexto de las hermandades y cofradías:

Antídoto contra el individualismo: la religiosidad popular, al aglutinarse en cofradías y hermandades, aleja el peligro de una fe individualista, sosteniendo relaciones verdaderas en la comunidad cristiana.

Misión de la misericordia: ha instado a las hermandades a centrarse en la caridad y la misericordia, recordándoles que su razón de ser no es solo la procesión o la estética, sino el servicio a los más pobres y afligidos.

Inculturación de la fe: reconoce su capacidad de transmitir la fe en el lenguaje y las formas propias de un pueblo.

Y sin olvidar la autenticidad evangélica, eclesialidad y ardor misionero que deben presidir la actuación de toda cofradía (papa Francisco, Santa Misa con ocasión de la Jornada de las cofradías y de la piedad popular. 5 de mayo de 2013).

En resumen, la doctrina reciente sobre las hermandades y la religiosidad popular es clara, siempre y cuando mantengan su fidelidad a Cristo, se orienten a la liturgia y se traduzcan en una caridad operativa. La Iglesia las ve como vehículos privilegiados de evangelización y como custodios de una fe sencilla y profunda que sostiene al pueblo de Dios.



0 comments:

¿Qué buscas?

Twitter YouTube Facebook
Proyecto editado por la Tertulia Cofrade Pasión