lunes, 5 de junio de 2023

¡Maravilloso!

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Álex J. García Montero

Fotografía: Pablo de la Peña


05-06-2023

 

Como es maravilloso…. Así reza una canción del Camino Neocatecumenal que habitualmente se entona en tiempos de Pascua y también al comienzo de las reuniones de los grupos. Se basa, como muchos cánticos religiosos, en las Sagradas Escrituras, en este caso, en el Salmo 133.

Sin entrar a valorar dicha experiencia religiosa (en esto sí que, como en los toros, hay división de opiniones), y partiendo de que yo no soy «Kiko», pero que tengo vínculos parroquiales (y cofrades) con dicho movimiento, señalaré, como colofón a este curso que estamos terminando, que sí, que todo es maravilloso.

Hemos hecho un zurullo metálico que algunos tratan de ver como de corte (Oxicorte) Unamuniano, pues adelante, será por binoculares. ¡Maravilloso!

Se aprueba enfangar a una hermandad en un paso cuyo montante podría ser la ruina,

¡Maravilloso!

La Junta de Cofradías, por boca de su presidente, está para promover el turismo en una ciudad que languidece a pasos agigantados, pues ¡Maravilloso!

Se exalta a un pregonero y su pregón por no ser un mitin político en clave preelectoral, cuando lo electoral fue la propia elección del mismo… ¡Maravilloso!

El Obispado y la Diócesis presentan una marcada bipolaridad entre las ansias económicas de un Mystery Man hurtado a Miñarro, y la Agenda 2030, ¡Maravilloso!

Cofradías opuestas a las que se indica que procesionen el mismo día con una cuasi coincidencia en recorridos, ¡Maravilloso!

Las religiosas que sostenían el culto en la Vera Cruz fueron llevadas al matadero como desecho de tienta, ¡Maravilloso!

Decimos «Caridad» y cada vez estrenamos más enseres, pasos, tronos, candelerías, oropeles y cargos… ¡Maravilloso!

Promulgamos decretos, decretos, más decretos, normas, guías, reglas, cánones, orientaciones pastorales, nihil obstats varios… para que los apliquemos, según fases lunares vengan, y no la primera luna llena de primavera, ¡Maravilloso!

Cada vez hay más altas en las cofradías y resulta que en los centros educativos las pasamos canutas en Salamanca para atraer alumnado de Infantil porque, salvo que se tricoten profilácticos, no hay natalidad alguna, ¡Maravilloso!

Vemos más canes que infantes en los parques, pero tenemos asegurado el futuro en las cofradías y hermandades, ¡Maravilloso!

Que las cofradías para subsistir tienen que peregrinar por más sedes que «Adares» y Fermín inviernos sufrieron, ¡Maravilloso!

Que el Viernes Santo es un carajal desde que comienza en San Esteban hasta que termina en los estertores del Tormes, ¡Maravilloso!

Seguimos creando hermandades y poniendo pasos a costal creyéndonos Triana, pero con menos obra social, evangelización y práctica sacramental que los pitones de un semental, ¡Maravilloso!

Hemos logrado la paz de los cementerios sin pasar por la taquilla de San Carlos, ¡Maravilloso!

Nos hemos cargado dos diócesis para engendrar una autovía pastoral… ¡Maravilloso!

Claro, que tenemos ejemplos como las faenas de Tomás Rufo y, sobre todo, el rabo de Morante, que requieren templanza, experiencia, maestría y riesgo. Y eso, no se consigue de un día para otro. Las mismas masas que llevaron a Morante al hotel, tras su impresionante faena a un bravo morlaco en Sevilla, le hubieran tirado al Guadalquivir, si otrora hubiera sido Curro Romero en una anodina tarde de Maestranza. Y todavía, cuando escribo estas maravillosas líneas, no se ha dado Misa en el Vaticano, pues no llegó San Isidro.

Supongo que al igual que hay plazas de primera, segunda y tercera, los trofeos no tendrán el mismo valor. Pues lo mismo ocurre en la Semana Santa. El oxicorte de oreja en un pueblo de los Arribes, no supone lo mismo que el rabo de Morante, por mucho que haya matadores, cuadrillas, castoreños, trajes de luces, trastos de torear, plaza, público y presidencias. Ahora bien, sepan ustedes que Manolete se coronó de gloria en Linares.

Puedes tener todo y no ser nada. Y en esas está nuestra Semana Santa; maravilloso, extraordinario, sublime, magnífico, excelente, idílico, magno, soberano, majestuoso, ingente, espectacular, estratosférico, superlativo, impresionante, óptimo, increíble, asombroso, bárbaro, glorioso, excelso, eminente, exultante, acojonante… todo ello en un aserto publicitario debidamente condensado: «De Interés Turístico Internacional» (nuestro auténtico INRI). Que la boina, o en este caso, la montera, se plante en Marte.

Seguiremos poco a poco teniendo sillares vacíos de silentes tendidos y andanadas, bordillos de aceras vacuos, banzos, varas y costales que irán pidiendo ruedas, tafetanes roídos por la dejadez, velas consumidas por el hastío, baquetones alisados por la ignorancia, bordados pelados por la altivez, pero el carcinoma más acuciante es la autocomplacencia de observar los toros ya no en la barrera, sino en el desolladero. Allí carecen de peligro, pero siguen teniendo pitones, hasta que cuelguen de una pared encalada donde hagan contraste con la placidez de la nada. Porque, el vacío, la nada, la autocomplacencia, las declaraciones turísticas… son ¡Maravillosas!

La muerte, también. Ya lo cantó san Francisco de Asís, el Poverello. Y Morante, cada tarde, con su puro, con su estoque, con su rabo, lo expresa magistralmente. Incluso en aquellas en las que sale bufando por dentro con aire de levante. Manolete hizo del morir una sublime lección magistral de metafísica humana y divina.

Solo los dioses están destinados a pervivir en la gloria de la muerte. Los humanos seguiremos muriendo en la maravillosa vida diaria.

¿Queremos Semana Santa gloriosa de flagelos, clavos, lanzada, corona de espinas y cruz o Domingo de Resurrección donde aguardemos la faena abrileña que nunca llega o, si llega, se hace presente cada diez lustros y medio?

Y sí, aquí le daría la razón a la homónima de apellido, ministra del ramo. No es lo mismo soberbia que soberbio. Soberbio estuvo Morante. Soberbia es lo que sobra entre tanto gerifalte, tal como señaló acertadamente Julián Alcántara.

Hace más de veinte siglos hubo un ser maravilloso en Palestina que iba diciendo que el Reino de Dios estaba cerca. Y terminó en una cruz. Nosotros, lo crucificamos cada primavera y lo exaltamos cada Pascua. La vida misma es así. ¡Maravillosa! Las cofradías y los toros mueren para dar vida. Lo contrario es onanismo. Eso sí, onanismo maravilloso.

Lo dicho, ¡Maravilloso!


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