miércoles, 24 de enero de 2018

Desde la báscula

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Félix Torres

Un cofrade de la Hermandad Universitaria carga con la cruz en su procesión del Marte Santo | Foto: Pablo de la Peña

24 de enero de 2018

No. No es cuestión de peso… ni de masa, ni de densidad, ni de volumen, aunque lo parezca.

No pasa la cosa por que veamos las diferencias entre hermandades mirando las cifras de una báscula casi más real que imaginaria, porque para medir correctamente esa báscula debería mostrar distintas escalas. Me subo a ella e intento responderte, Abraham Coco, sin hacer de ello una "cuestión de peso".

Es claro que nuestras cofradías no son iguales ni lo pretenden en ningún caso. Que cada una en su mismidad tiene suficiente peso como para no necesitar engañar a la balanza con falsos lastres plomados. Y según esto, desde una óptica ajena a particularidades y detalles, deberían ser vistas en claro equilibrio mostrado en el fiel de la romana.

Por otro lado, también resulta evidente que no todas las cofradías tienen el mismo peso si restringimos los criterios. Considerando cuáles sean los límites en la escala que utilicemos para establecer la medida, siempre obtendremos resultados sesgados aunque realmente objetivos.

No es más importante la que está al cabo de la calle, en papeles o charlas de café, por circunstancia puntual, que aquella otra que realiza su labor calladamente, sin dar cuartos al pregonero, aunque así lo sea para algunos.

No es más boyante la que pasea sus lujos y oropeles para causar la admiración de propios y extraños, que la que, en su humildad, prefiere salir a la calle solo con dignidad pero con orgullo cofrade, aunque así lo sea para algunos.

No es más pesada la que a pesar de presentar unas cifras de hermanos desbordantes, aunque muchos hubieran dejado de participar hace tiempo, dedica su tiempo a la única actividad de la autocomplacencia que la que en su realidad se sabe pequeña pero en continuo movimiento para el cumplimiento de sus fines últimos, aunque así lo sea para algunos.

Para la mayoría de quienes nos consideramos cofrades está claro que la importancia de una hermandad no pasa o no debiera pasar por cifras medibles, sino por cuanto se hace en cumplimiento de unas reglas casi siempre bien diseñadas en sus fines y, según esto, la actividad diaria será la que vaya añadiendo unidades a ese peso que debe tener.

En definitiva, que (teniendo clara tu consideración, admirado Abraham, de que todas las cofradías merecen respeto a su personalidad, un respeto que hay que ganarse en cada momento, y su igualdad desde la mirada eclesial) podríamos saltarnos la regla matemática que lo impide y uniformar peras con manzanas (nunca podridas en cualquiera de los casos) para que en la suma el resultado final sea de igualdad para todas y cada una de ellas. Otorgar a nuestras cofradías su peso en función de aquello por lo que de bueno destaquen, confiando en que están manejado correctamente los "talentos" que les fueron donados en su principio, aun siguiendo caminos diferentes, obteniéndose la igualdad como resultado global, lo que no obsta para que en algunos momentos unas puedan destacar sobre las otras.

Así creo que debiéramos verlo.

Otra cosa es cómo lo veamos.



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