El Lignum Crucis, junto a la Casa de las Conchas en su procesión del Domingo de Resurrección | Foto: Pablo de la Peña |
02 de abril de 2018
Conozco a una cofrade feliz porque ya es tiempo de Pascua. Sí, es cierto, se supone que todos lo estarán, ¿o no?, pero ella lo deseaba con fuerzas inversamente proporcionales a las que le empujaban, como cada año, a salir en procesión durante la Semana Santa. No es novedad. Siempre es así. Y cada vez lo siente con más convencimiento y lo piensa con más decisión. A otros también les pasa, aunque no me atrevería a definirlos como felices.
Este Lunes de Pascua, festivo en aquellas autonomías donde trabajan en Jueves Santo, es el día de las túnicas secándose (si no llueve) en los tendederos de los patios de luces, de muchas medallas guardándose cuidadosa pero tristemente en el cajón de la mesilla hasta los cultos de la próxima cuaresma, o incluso hasta la procesión del año siguiente, y de los sesudos análisis de quienes pueden hacerlos o de aquellos a los que no les importe soltarlos aunque no tengan la información suficiente, como nos ocurre a quienes no hemos podido presenciar varias procesiones.
Mi cofrade feliz sabe que ha pasado la tempestad anual, sea en forma de borrasca o de cuña anticiclónica, consista en sudar o en abrir el paraguas. Es una tormenta de parafernalias, de polémicas estériles, de apariciones estelares, gestos afectados y emociones sobrevenidas. Un misterio con parte de verdad… y de mentira. La calma pascual le inspira más confianza, quizá porque se atenúan las exacerbaciones del ánimo de las que tanto recela. Y en ese silencio, que no encuentra en la Semana Santa pero sí halla en la Pascua, da con un camino para recobrar su felicidad.
Paradójico sigilo cuando se trata de ir y anunciar que ha resucitado, tarea que tomará formas como el Jubileo Teresiano de las Cofradías, programado por la Coordinadora Diocesana que las agrupa para el sábado 14 de abril en Alba de Tormes. La misma entidad ha propuesto a las hermandades que se armonicen para colocar una Corona de Oración sobre las sienes de Santa María de la Vega, aprovechando que Salamanca celebra que hace cuatro siglos se postró ante ella para proclamarla Inmaculada. Será en el primer fin de semana del mes de mayo.
En otro orden de cosas, la tempestad semanasantera, que tantos preparativos conlleva y horas atrapa, da paso a un tiempo pascual de mayor relajo, que a buen seguro permitirá el desarrollo de los comicios aplazados en la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, la aprobación del marco normativo-pastoral con que la Diócesis de Salamanca dotará a las cofradías para alentar y facilitar su misión, y la búsqueda y hallazgo de una fórmula que devuelva el culto a la capilla de la Vera Cruz, limitado desde hace dos meses a los actos reglamentarios de la cofradía titular.
En mi "cuaresmario cofradizador" ironicé sobre el Miércoles de Ceniza: ¡contigo empezó todo! Del Lunes de Pascua hablo en serio si digo que este es el verdadero inicio, y que no comenzaremos con buen pie si nos creemos eso de que "desde hoy se empieza a preparar la próxima Semana Santa". Mi cofrade feliz no se lo cree. Y es mujer de fe, como aquellas que fueron al Sepulcro y lo descubrieron abierto y vacío. Resulta que el Señor no estaba allí, porque había resucitado. Había pasado una tempestad… y era la Pascua.
0 comments: