viernes, 13 de marzo de 2020

No se suspende la Semana Santa

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Paco Gómez

Decenas de personas presencian el discurrir del Amor y la Paz por el Puente Romano | Foto: Manuel López Martín

13 de marzo de 2020

"Queda prohibido llorar sin aprender"
(Alfredo Cuervo)

Hemos visto de todo a estas alturas. Unos con más trayectoria vital que otros, pero de todo. Duras posguerras, falta de manos o de hombros para acompañar las procesiones, lluvia –muchas veces–, pero jamás nos pareció que un ser microbiótico fuera a ser capaz de paralizar las históricas procesiones de nuestra ciudad.

La medida, que hoy no es oficial aún pero que lo será en muy poco tiempo, es una prueba de resistencia de un sector que, por unas cosas o por otras, está acostumbrado a sufrir como pocos.

Una prueba que también a quien les habla golpea de lleno. Imaginen: meses de trabajo ilusionado preparando el pregón de la Semana Santa y su revista oficial y ahora posiblemente todo eso se vaya con el aire.

Pero, queramos o no, la Semana Santa es una parte más de la sociedad y como tal debe asumir con responsabilidad lo que ahora toca, que no es otra cosa que garantizar la salud de su valioso componente humano. Objetivo imposible, asumámoslo, si las procesiones tienen un desarrollo medianamente normal.

Viviremos, pues, pura historia. El año 2020, quién lo diría, será el año sin procesiones y, muy seguramente, sin actos litúrgicos ni otro tipo de reuniones cofrades incompatibles con las medidas excepcionales que ya han comenzado a aplicarse y las que se vislumbran en el horizonte.

No habrá nada de eso pero habrá Semana Santa. Y eso es lo único que quizá a estas alturas importe. No se puede suspender la Semana Santa de la misma manera que no se puede suspender el verano, aunque no pare de nevar en agosto o aunque al final no puedas irte de vacaciones.

Semana Santa hay y habrá siempre porque va más allá de una manifestación cultural y antropológica como es llevar a cabo las procesiones. Vivir la Semana Santa es mucho más que la participación activa como cofrade. Es recordar lo efímero de las glorias del mundo el Domingo de Ramos, reflexionar íntimamente, recordar y conmoverse con la pasión y acoger con el corazón renovado la Pascua.

Contra eso no hay alerta sanitaria que valga, porque no hace falta ni siquiera salir a la calle. Basta con oír latir el corazón.

Habrá más procesiones, se lo garantizo. Viviremos seguramente con la alegría de recuperar lo que se ha perdido las celebraciones de 2021. Pero de momento preparemos con intensidad la Semana Santa que está a punto de comenzar.


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