Procesión del Corpus, a su salida de la Catedral Nueva, el pasado año | Fotografía: Pablo de la Peña |
10 de junio de 2020
Ya han pasado casi tres meses desde que todo se paralizó, también en nuestra Iglesia diocesana y cofradías, y salvo contadas excepciones especialmente en Semana Santa, parece que esa parálisis se ha adueñado de nosotros, incluso hasta el punto de tener miedo a reanudar nuestra vida de Iglesia en la medida que nuestras posibilidades y las que nos ofrece la fase de desescalada en la que estamos nos lo permitan sin poner en riesgo la salud individual y/o colectiva.
No sabemos nada de la mayoría de las cofradías, bien es verdad que habitualmente resucitan en cuaresma y mueren en pascua, por lo que alguna este año no llegó ni a resucitar.
No sabemos nada de la Junta de Semana Santa, más allá de alguna declaración de su presidente, en año de elecciones, o no, habrá que aclararlo. O se hace la convocatoria o se pide, dadas las circunstancias excepcionales, continuar un año más para terminar el ciclo como a mi juicio merece José Adrián Cornejo. Esta es una opinión personal, que además pasa por la petición del presidente al Obispo, o que por iniciativa del mismo al no ver conveniente la convocatoria en este momento. De una forma o de otra, debemos salir de la incertidumbre.
No tenemos iniciativas que suplan la falta de fieles en nuestras iglesias, que unos por miedo, especialmente los mayores, y otros por vete a saber tú, el caso es que no se cubre ni el aforo reducido a un tercio y desde esta semana a la mitad. Sin duda, hay que atender a los que se quedan en casa.
No podemos celebrar culto externo, tan propio de nuestro sentir cofrade. Sin duda debe imperar la responsabilidad, que parece se olvida en otras "manifestaciones" permitidas o toleradas.
Y esto último viene a cuento de la semana en la que estamos, con la celebración de la festividad del Corpus. Este año será sin duda muy diferente, pero Corpus habrá. Lo que no me parece ni medio normal, es que nuestro Cabildo Catedralicio, organizador por delegación de nuestro obispo, mutile este año hasta límites insospechados dicha festividad, prescindiendo no ya de un programa como el de años anteriores que con mucho esfuerzo se consiguió sacar adelante y que parecía, aún con defectos y muchas dificultades, casi consolidado. Pero optar por lo mínimo, qué digo mínimo, por debajo de lo exigido en la liturgia… Porque la procesión del Corpus, ya sabemos, es una de las pocas procesiones litúrgicas, por lo que debe realizarse. Y este año, en nuestra ciudad, a mi juicio prescindiendo de lo imprescindible, no habrá procesión del Corpus, ni por el exterior, que no está permitido, ni por las naves de la catedral o el claustro, que si se podría organizándola bien y respetando las normas, tal como se hará en la mayoría de las diócesis.
Fuimos de los últimos en cerrar las Iglesias al culto, seremos de los últimos en volver a la "nueva normalidad", pero eso no justifica que no hagamos nada, ¿desescalada o parálisis?
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