12-02-2021
Anda el patio semanasantero muy revuelto en su periferia, porque los cofrades, realmente, estamos muy parados. A ver, qué remedio. Que este año no salen las procesiones lo tenemos asumido desde el otoño, cuando nos dimos cuenta de que la vacuna se demoraba y las oleadas de contagios llegarían una tras otra. Y aunque los acérrimos mantenían la esperanza con todo tipo de ilusiones posibilistas, algunos lo tuvieron claro enseguida y no se anduvieron con contemplaciones, como la Buena Muerte de Zamora, que chapó a calicanto y a esperar el veintidós.
Por estas tierras aguardamos
durante un tiempo la luz de los mitrados, más cuando el monseñor sevillano,
Juan José Asenjo, decidió asumir responsabilidades y suspender al expirar el
año todas las procesiones y demás actos que con carácter externo pudieran
organizar hermandades, parroquias o cualesquiera de los otros grupos
eclesiales. Pero no se dieron por enterados, los del fajín eminencia, tal vez
porque el decreto fue firmado el 28 de diciembre y vete tú a saber si fue mera
coincidencia, un alarde de guasa hispalense o una vía de escape por si hubiera
que rectificar, que en esa fecha las mentiras no son tales.
Como el solideo parecía solo
funcional, tapacoronillas, vaya, las Juntas de Cofradías, que aunque no decidan
tienen mucha influencia, miraron hacia Valladolid. El objetivo era que la
Junta, esa que prohíbe tanto, se mojase y resolviera papeletas. Tardó algo más
de lo que pensábamos, quizás porque andaba prohibiendo otras cosas, como el
derecho de los católicos a ir a misa. Que sí, que es así, que muchos católicos
nos estamos quedando sin participar presencialmente en la misa porque permiten
muchas menos plazas de las que se demandan. Y esta es una medida anticlerical,
antirreligiosa, anticonstitucional. Y si un fraile carmelita de Gajates, el
padre Egido, deja pasar a alguno más en un templo de 1600 m2, que
son los de San Benito en la capi autoproclamada, se le envía a la policía para
que quede claro que quien prohíbe lo hace cum
imperio, esencia pura del generalato. Pero no nos desviemos, que si el vice
mediático nunca ha defraudado a la hora de prohibir, con esto no iba a ser
menos y hace cuatro días reúne a los presidentes de las Juntas cofrades más
importantes y les dice lo que esperaban, que la Junta de Castilla y León
prohibirá (verbo maravilloso, esencia del sesenta y ocho) la celebración de
procesiones y de otros actos multitudinarios vinculados a la Semana Santa.
Asunto resuelto.
¿Asunto resuelto? Se suponía que
sí, hasta que nuestro concejal de Turismo y por ende delegado municipal para
asuntos semanasanteros se desmarca de su todopoderoso conmilitón y le dice que eso
aún está por ver. La verdad es que Fernando Castaño es una rara avis entre la fauna política, borrega a más no poder cuando,
por decirlo finamente, se trata de dar la cabezada. Es un verso suelto y por
ello en principio me cae bien, porque tiene ese punto de rebeldía que se echa
tanto en falta entre los profesionales de la fagocitación pública. En el fondo
sabemos que sus palabras no tienen mayor recorrido, pero hemos de reconocer que
esa peineta al jefe, mariscal de la prohibición, sirvió para alegrarnos las
pajarillas al menos por un día.
El caso es que ya es oficial. En
2021 no saldremos en procesión. Menos mal que otro don Fernando, este a la
sazón obispo de Zamora, se ha marcado un decreto en el que pide a las cofradías
que celebren sus cultos internos respetando los aforos y medidas sanitarias del
momento. Sabias palabras, sí señor. Por lo menos en Zamora tienen un obispo que
dice algo, aunque por obvio sea innecesario. Faltaría más. Porque para obispos
como la tradición manda ya está el de Alicante, que le echa un poco de eso y
decreta la disolución de una cofradía por considerarla inviable eclesialmente.
Eso sí son decretos, como los que nos dejaron por aquí siglos ha Cayetano
Cuadrillero, en Ciudad Rodrigo, y Antonio Tavira, en Salamanca. Así que visto
lo visto, con la venia episcopal, y al albur de lo que el tándem Igea-Casado
decida en su momento, esta Semana Santa algunos cofrades podrán participar en
los cultos, que menos da una piedra.
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