19-02-2021
Toca a veces celebrar en ausencia, como una boda por poderes. Es más triste pero también es un brindis de esperanza hacia el futuro. Otras veces lo que se conmemora es la continuidad en el tiempo de esa celebración, en este caso el haber permanecido juntos y hermanados a los pies de una cruz donde pende un Cristo amable que lo dio todo en la extensión de ese abrazo.
La hermandad del Arrabal nació
en un tiempo no demasiado propicio. Eso de la Semana Santa era más bien cosa de
viejos, nostálgicos quizás de una Iglesia en crisis, crepitando en un Concilio
que se abría a un tiempo nuevo. La hermandad, como él, salió un tanto
protestante y con esos aciertos incuestionables que anticipaban ese nuevo
tiempo. Aciertos sustanciales: participación de la mujer en igualdad hasta
entonces vedada en cofradías, y de facto, sin esperar permisos, cara
descubierta en los hermanos-as para dar un testimonio cristiano más sincero.
Acercamiento a esa sociedad real, aún con denuncia, que daba los últimas
sacudidas al franquismo, y ese deseo confirmado de relevo a una tradición que
permanecía inerme.
Aciertos estéticos igual de importantes.
Hábito blanco monacal por vez primera, itinerario inmejorable de entrada a la
ciudad, paso del río y subida por Tentenecio a la catedral de todos. Austeridad
castellana en todos sus distintivos: faroles de cuadra albercanos, campana de
la vieja iglesia, andas… le dieron una personalidad, presencia y hasta
fotogenia propia.
Los fundadores habían acertado
en crear una hermandad que no se parecía a ninguna, que buscaba otras cosas, y
ese origen fue motor de lo que con gran esfuerzo fue creciendo y creciendo.
2 de febrero de 1971. Ángel
Ferreira, Miguel Ángel Martín, Rafael Sánchez Pascual. Fundación. Primera
Salida ese mismo año a las 11:15 h del 8 de abril, recorre el proscrito Barrio
Chino.
En el 72 se incorporan las mujeres a la marcha penitencia. Vía crucis de las Dueñas. Después Siete palabras de Cristo en la cruz con un marcado carácter ecuménico…
En el 84 Coronación de espinas que se trae de
León. Primero se incorpora a la General del Santo Entierro cargada por turnos
de hombres y mujeres.
Nuestra Madre de Hipólito
Pérez Calvo en el 87. Cargada por más de cien hermanas. En este tiempo, con
Daniel Herrero Fraile de hermano mayor, la marcha penitencial del Cristo del
Cristo del Amor y de la Paz alcanza su máximo esplendor: Tres pasos, más de mil
hermanos, todas las pesadas cruces penitenciales ocupadas mayoritariamente por
torerillos de la escuela taurina. Banda propia y el aglutinante de toda la ciudad
que sale a su encuentro.
En el 88 se funda la sección
del Cristo de la Liberación, imagen de Vicente Cid que efectúa su primera
salida al año siguiente. Y también con un carácter distintivo muy propio,
enraizado, que la sigue distinguiendo de las demás.
Tiempo para celebrar todo lo
que aportó este vivero a la Semana Santa. Domingo de Ramos, Resurrección,
asistencia al altar en la universidad y sobre todo a la catedral. Sección de
exequias en el cementerio etc...
Vino después un tiempo
traumático, abandono de la Junta, que al final provoca una especie de
intervención con movimientos raros, posiblemente poco democráticos, como un
golpe de estado, que ocasiona unas heridas que creo que aún muestran sus
cicatrices y que solo pudo superar el Alto Cristo que nos aglutina, que
pacífica y ama muy por encima de todas nuestras miserias.
Celebremos.
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