05-03-2021
Este
año se vuelve a repetir lo sucedido el año pasado con la Semana Santa, se han
tenido que suprimir por alerta sanitaria las procesiones de las cofradías
penitenciales, buscando el bien común ante la pandemia del coronavirus. Me
imagino que muchos de vosotros estaréis tristes y decepcionados, la ilusión que
ponéis todos los años para preparar estos días de salida por las calles, que
son tan centrales e importantes en la fe de un cristiano, se ha desvanecido. No
hace falta que diga, porque lo sabéis, que eso es solo expresión puntual de lo
que se debe vivir durante todo el año, que lo importante son las celebraciones
del Triduo Pascual con vuestras comunidades parroquiales, pero no está mal que
lo recordemos. A pesar de esto, no os voy a echar un «sermón» de esos que por
un oído me entra y por el otro me sale, pienso que, como dice el refrán «a mal
tiempo, buena cara», hay que sacar fuerza de la debilidad, aún nos queda la
gracia de Cristo, es decir, su mensaje y la presencia de su persona. Os
propongo ser creativos e innovadores en estos tiempos de crisis, es momento
para abrir las puertas y proponer algo distinto en sintonía con lo que hoy se
nos pide de que seamos una Iglesia en salida y evangelizadora.
¿Qué es
lo que quiero decir y proponer? Algo muy sencillo, que cada año que se aproxima
la Semana Santa me ronda en la cabeza y en el corazón, ya lo he comentado con
alguno de vosotros, porque lo considero muy necesario hacer al ver tanta
belleza en las imágenes que sacáis por las calles, pero que por motivos de la
organización compleja de los actos procesionales me comentáis que es difícil
realizarlo. Consiste en abrir las puertas de las iglesias durante toda la
Semana Santa, mostrando con una catequesis evangelizadora la belleza de la fe
que expresan. Creo que ahora es posible, las procesiones y sus horarios no ya
no son impedimento, estamos en un tiempo de gracia porque tenemos la
disponibilidad del servicio de tantos hermanos y hermanas que no podrán salir,
pero sí podrían hacer turno para organizar y vigilar las normas sanitarias de
aforo en las iglesias y su limpieza y, lo que es mejor, podríais ser sujetos evangelizadores
al anunciar, a todo el que se acerque, el tesoro de la Buena Noticia de Jesús
que encierran vuestras imágenes, a la vez que hacer oración y contemplación con
ellas.
Ya
sabéis que desde el Servicio Diocesano de Patrimonio os podríamos echar una
mano, para eso estamos siempre. Aún así os propongo desde este escrito un
sencillo método de preparación para elaborar esa catequesis entre vosotros con
unos pasos a desarrollar. El primer paso es poneros a mirar y sentir en
silencio, la puerta que nos da acceso a la imagen es ver antes con el corazón
que con los ojos. El segundo paso es escuchar y comprender la Palabra de Dios
que ilumina la imagen. El tercer paso consiste en analizar estilística,
histórica e iconográficamente, para no caer en el subjetivismo. Y el cuarto
paso es dejarse transformar por la presencia sagrada de la imagen y el mensaje
que transmite.
A lo
mejor ya os habéis adelantado y tenéis pensado poner en práctica esta idea y me
he adelantado, me alegraría mucho vuestra iniciativa al respecto. Estoy seguro
que el pesimismo y la desilusión no serán vuestra respuesta ante la Semana
Santa que se aproxima. Aprovechemos la Cuaresma y preparémonos a renovar
nuestra vida cristiana.
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