Jueves Santo, 1 de abril de 2021. Extraño jueves sin procesiones, por segundo año. Este duele más si cabe. No estamos encerrados, deambulamos por las calles al encuentro de… nada Escuchamos una banda a lo lejos y vamos a su encuentro… una ilusión. Revolotean las palomas en Anaya… tampoco.
Jueves Santo, tarde de Jueves Santo en
la memoria de los tiempos, no recuerdo si fría o calurosa, gris o de cielo azul
radiante. Viene a mi recuerdo la primera vez que presencié el desfile de la
Seráfica, de la mano de mi padre, allá por los primeros 70, con no más de
cuatro o cinco años. Quizá fue el año de su recuperación por Bernardo, nuestro
Bernardo, el de la Seráfica que tanto le debe y le seguirá debiendo. Túnicas
elegantes, capas al viento, subían por la compañía. capuchones de color malva
en los que me llamaba la atención aquel anagrama perfecto de formas cuadradas
Poca gente, primera fila sin problemas, silencio. Y viene el paso, el portentoso
crucificado de la Agonía. Pocas veces más pude verlo en la calle, desgraciadamente,
aunque sí recuerdo verlo salir, quizá al año siguiente, de los Capuchinos. ¿Sería
testigo de su última salida?
Mi padre saluda efusivamente a Bernardo,
que se acerca y charlan, cosa muy habitual en aquellos tiempos, ahora es todo…
más formal.
Evidentemente por razones de edad no
presencié el primer desfile de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz,
era demasiado pequeño y mis recuerdos de ella se demoran ya a finales de los 70.
Quizá la hora tardía no hiciera oportuno que me llevaran a los arrabales o me
acercaran a la puerta de Aníbal. Así que la primera imagen que tengo del
desfile de hábitos blancos, caras tapadas por amplias capuchas, faroles y
pesadas cruces al hombro es en la Rúa, con la Catedral al fondo. Cruces con
pancartas, donde leo cosas que no entiendo muy bien. «Justicia» es la palabra
que se quedó grabada en mi mente. ¿Qué tenía que ver aquello con la Semana Santa?
Con los años lo entendí. Un solo paso, el Señor de los Arrabales, que así lo ha
renombrado mi amigo Manolo, y que seguro iría en aquella ocasión soportando con
alegría su peso.
Mañana juvenil de Jueves Santo, sale una
nueva cofradía, habrá que ir a verla. Esta vez en compañía de los amigos, nos
dirigimos al encuentro de la nueva procesión, la Hermandad del Viacrucis,
también de blanco inmaculado en la mañana de este esplendoroso día, adornado
con un escapulario negro y portando la imagen de Jesús del Viacrucis, que ahora
se venera en el hospital de la Trinidad. Presencié el rezo de una de las
estaciones en las Úrsulas o en la Veracruz. Desgraciadamente ya no hay
religiosas en ninguno de los dos conventos. Las cosas han cambiado demasiado y
demasiado rápido.
Jueves Santo, 14 de abril de 2022, que
afortunado fui al vivir aquellas primeras salidas de las tres hermandades y me
dispongo a disfrutar de nuevo de ellas, como si fuera la primera vez, en
lugares diferentes, en horarios diferentes, con templos de salida distintos en
dos de ellas, pero con las mismas ganas de disfrutar de las procesiones en la
calle que cuando era un niño de la mano de mi padre o un joven ya con
inquietudes cofrades.
Dios quiera que este párrafo del deseo
futuro se cumpla más pronto que tarde, señal inequívoca de salud universal, que
permitirá a niños descubrir por primera vez y a no tan niños, redescubrir una
nueva primera vez.
«Os he dado ejemplo
para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13,15).
0 comments: