20-10-2021
Vamos retomando una cierta normalidad en nuestra vida, con aforos más relajados, vacunas puestas a jóvenes y mayores (estos hasta por triplicado), incidencias bajas… Parece que el mal sueño va disipándose, aunque el bicho sigue entre nosotros y habrá que seguir manteniendo ciertas precauciones.
Todo vuelve, pero hay una cosa que se resiste en esta ciudad, la primera procesión, ¿acaso no hay ganas? Ya hemos tenido algunas por la provincia durante este verano, incluso con la amenaza de multas a los alcaldes por parte del ínclito Igea. Pero desde mediados de septiembre ya no hay limitaciones más allá de las distancias de seguridad o las mascarillas en exteriores cuando no fuera posible cumplir la primera premisa.
Me cuentan que el pasado día 15 salió santa Teresa, la patrona de la diócesis, por la villa de Alba. Y que por allí había más de un cofrade de la capital, de los que suelen frecuentar aquellas riberas del Tormes. Parece que hay ganas de procesión.
¿Qué pasa en la capital? Algún intento hubo en septiembre, con contactos informales previos en el ayuntamiento tras el «adelante» del obispado, que nunca prohibió el culto externo. Pero se encontró con un obstáculo insalvable, la policía local ponía todo tipo de pegas, escudándose en una lectura torticera de las últimas recomendaciones de la Junta sobre romerías y procesiones, que deberían celebrarse «en un espacio acotado». Estos no han visto una procesión ni por televisión.
La patrona, Virgen de la Vega, ni se asomó a la calle. Quizá el Patio Chico hubiese sido un buen lugar para su veneración y ofrenda floral, pero estaba ocupado por «actividades culturales».
Y el primer fin de semana de octubre, nos encontramos «la primera procesión en la calle», con hábitos, pero no los habituales; con estandartes, pero desconocidos para la mayoría; sin imagen religiosa, pero con la imagen del Jefe de la Policía Local participando en el desfile cual Barandales, Muñidor o Merlú. Escójase el personaje que más guste. Propongo por mi parte, sea invitado en 2022 a abrir todos los desfiles, pues él fue el primero que salió a la calle y eso tiene su mérito. Debió conseguir los permisos que a otros les negaron.
Pensé entonces que la Virgen del Rosario saldría a la calle por su fiesta, pero me equivoqué, ni siquiera tuvo su procesión claustral por los Dominicos. Este domingo podría salir en procesión, por Colón, la imagen pequeña de Jesús Rescatado en su festividad del Divino Redentor, pero me temo que tampoco se dará esta circunstancia.
Nos vamos ya a noviembre. No sé si la Hermandad de la Soledad tiene intención de recuperar su procesión por el cementerio, que este año cobraría más sentido que nunca al recordar a tantos y tantos que se llevó este maldito virus. Sí que está anunciado el Rosario de María Santísima de la Caridad y del Consuelo para el próximo 13 de noviembre. Si no hay dificultades, esperemos que no, será la primera imagen que salga a la calle en la capital desde aquel ya lejano marzo del 2020. Qué falta nos hace el Consuelo de María.
Que se abran ya las puertas. La primera en la calle. Necesitamos sacar nuestra forma de vivir la fe a la calle. Es lo que caracteriza a los cofrades. Pero esta vez de verdad, y que no sea la última. ¡Cofrades, a la calle!
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