viernes, 8 de octubre de 2021

No pasar

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F. Javier Blázquez

Una fiel contempla atónita cómo se le impide el paso a la eucaristía dominical en una iglesia de Salamanca

 08-10-2021
  

La fotografía habla por sí sola. «No pasar». No pasar al interior de una iglesia. Fue el domingo pasado, cuando ya todo quisqui podía consumir en las barras de los bares, los cines permitían el aforo completo y en los estadios los forofos, cuantos quisieran, pudieron animar a los suyos dejándose el alma y la voz. Pero a las iglesias no se puede pasar, porque como se mantiene el metro y medio de separación entre fieles, la capacidad queda en menos de un tercio. Pocas cosas pueden violentar más a un creyente que el impedimento de acudir al encuentro dominical con el Señor. «Aforo completo. No pasar». Como en las discotecas, que cuando petan el gorila te cierra el paso para evitar males mayores.

La discriminación de los cristianos es un hecho real. Lo hemos estado comprobando durante toda la pandemia y lo seguimos constatando ahora que parece esta ha entrado en la fase final, aunque con Simón asegurando que no habrá sexta ola estamos como para atarnos los machos. Mal, muy mal ese ningunear a los cristianos, pisoteando uno de los derechos más sagrados, que es el del libre ejercicio del culto. Para esto (y para casi todo ya) da lo mismo un gobierno rojo que derechón. Nos pisotean igual. Aquí, en Castilla y León, los mandas presumen de ir a comulgar mientras a muchos cristianos se lo impiden.

Mal, muy mal este gobierno bicéfalo que entre el azul y anaranjado está saliendo un jardo que paqué. Mal, muy mal. Pero peor todavía el silencio cobarde de una jerarquía eclesial que ignominiosamente calla y otorga. A veces hasta da la impresión de que algún pastor le ha cogido gusto a eso de prohibir. Porque hay que tenerlos muy bien puestos, los carteles, para impedir el paso de los feligreses al templo. Faltan obispos valientes y sobran curas acomodados. O quizás simplemente sobran curas y obispos, porque para la grey que va quedando no hacen falta tantos. Con un puñado que tenga verdadera vocación es suficiente.

Y si esto sucede con lo más importante, que es el encuentro dominical con Cristo en la celebración eucarística, para qué vamos a hablar de cofradías y procesiones. Literal. Todo esto se la refanfinfla. Total, si antes que el Corpus, la procesión más importante, están los beneficios de las terrazas, se entiende a la perfección que a los del solideo eminencia no les parezca mal que el aforo completo llegue antes a las barras que las iglesias. Al final todo va cuadrando. Así que las cofradías ya saben qué hacer, que tampoco es novedad porque así ha sido siempre. Luchar por sus derechos y reivindicar para sí la igualdad con los amigos y entusiastas del Siglo de Oro, que la semana pasada organizaron su desfile con toda normalidad. De arriba no se puede esperar ya nada.

 

 

 

 

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