miércoles, 29 de junio de 2022

Los demonios están dentro

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 Paco Gómez

Insinuación semanasantera | Foto: jmferreiracunquero

 29-06-2022

 

Vosotros juzgáis según la carne;

yo no juzgo a nadie.

(Jn 8,15)

 

De entre las noticias de actualidad cofrade más destacadas que nos deja el mes de junio se encuentra la declaración de la Semana Santa de Cádiz como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Lo primero, por supuesto, es la sorpresa: ¿pero no lo era ya? Asombra pensar que una celebración de esas características no tuviera aún ese reconocimiento, pero ya se sabe. Hay que sentarse a escribir papeles, instancias, justificaciones…

Lo segundo es constatar lo obvio, ese trabajo que ha permitido la concesión se ha producido por parte del gobierno municipal gaditano que preside José María González Santos, también conocido como Kichi.

Concretamente, el innombrable Kichi. Kichi el abominable. El comeniños Kichi. Incluso a este otro lado de la Península llegaban los ecos de terror de las cofradías de la «tacita» hace siete años cuando el vuelco electoral imprevisto dio el bastón de mando a Adelante Cádiz y en la tentación de pensar cada uno primero en lo suyo, después en lo suyo y tercero en los dos primeros puntos ya citados, se auguraba la rápida extinción de la Semana Santa.

«Igual se pensaban que veníamos a quemar iglesias», ha dicho poco más o menos el alcalde gaditano a propósito de la noticia del nuevo escalón para sus cofradías. Y ha sacado algo de pecho al trabajo que se realiza en torno a la Semana Santa: «porque la queremos, la cuidamos y queremos llevarla al sitio que se merece, entre otras cosas, porque encima es un elemento dinamizador de la ciudad», recoge Pablo-Manuel Durio en El Diario de Cádiz.

Las declaraciones nos permiten también dos puntos básicos de reflexión. El primero, lo distinta que se antoja la postura del regidor andaluz («creemos en la Semana Santa como elemento inclusivo, vertebrador y que hace ciudad») frente a la vergonzosa actitud de los que podríamos considerar homólogos (siempre con muchos matices) de su formación en el Ayuntamiento de Salamanca, Ganemos Salamanca. Estos, en el año 2017, se negaron a respaldar la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad a la Junta de Semana Santa.

Que si era un asunto «privado», que si se le concediera alguna distinción «turística». Que si eran «cosas de Dios»… A veces el problema de la estrechez de miras no se corrige con gafas. A veces el temor al qué dirán, pesa demasiado.

En fin, la segunda reflexión tiene precisamente que ver con las apariencias y las concepciones previas. Uno está a menudo llevado por la tentación de encajar, aunque sea a martillazos, el mundo en sus convicciones apriorísticas y así es fácil equivocarse. Por ejemplo, al intentar identificar de dónde vienen los demonios de la Semana Santa. Entiéndase, los peligros.

Y no, la mayoría no están fuera, sino bien adentro. Normalmente en cabildos y hasta en juntas de gobierno. Trabajando por una Semana Santa con olor a cerrado, donde proliferen las zancadillas, las envidias, rencillas y el temor cerval a cualquier cambio. Construyendo un mundo tan estrecho y pequeñito en el que malditas las ganas de entrar o permanecer.

Las apariencias engañan, claro. Yo tengo pocas dudas de que, si la Semana Santa tiene un futuro, este pasa por acercarse a su sociedad, por hacerse ancha, sincera. Tradicional en lo que tenga que ser tradicional pero moderna en todo lo demás. Sin himnos anacrónicos. Sin banderas. Vanguardia social y rigor y seriedad en la calle.

Si no, volviendo a Cádiz, acabaremos como en esa famosa chirigota de los Yesterday, cuando ante la ebullición de cargadores de su Semana Santa, Juan Carlos Aragón oponía:

«Pos yo cargo el camping-luz,

cargo el camping-gas

y me voy a Los Caños».

 

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