Acción formativa en Nazaret. Peregrinación Hermandad Franciscana. 2017 | Foto: jmfc |
08-02--2023
Hace apenas un par de días, este diario digital, por la pluma de Javier Blázquez, nos ponía al tanto de la presentación del último poemario de J.M. Ferreira y del estrechísimo vínculo de estos (poeta y poemario) con la Hermandad Franciscana por aquello de que la ayuda a la Custodia de Tierra Santa es uno de los objetivos principales de dicha hermandad, si no el único, y esa Ceremonia de la Luz surgida del alma caótica de Ferreira es clara muestra de lo que escribo.
Hoy, sin querer ser recurrente, esta columna está también dedicada a la Hermandad Franciscana y sus actividades, en este caso formativas, a las que desde la misma se ha prestado especial atención desde el momento mismo de la fundación de esta comunidad de laicos unidos por su devoción. Algo que muchos de nosotros echamos de menos con frecuencia. Porque en esta «Semana Santa» nuestra, cada día más paganizada, dejamos que nos arrastre la corriente y apenas nos damos cuenta de que nos alejamos de la orilla. Que la devoción a Jesús y a María, madre suya y nuestra, representados en nuestras imágenes procesionales, se queda completamente huérfana si la hacemos misión principal de nuestra vida cofrade. Porque las devociones, nuestras devociones, no suplen a la lectura de la Biblia, eje que vertebra la vida del cristiano pues es la palabra de Dios.
Por ello, para complementar y comprender esa religiosidad que a tantos mueve, desde la Hermandad Franciscana se ha diseñado una actividad de formación, que han denominado «Encuentros Franciscanos», por la que una vez al mes, y de la mano de fray Domingo Montero, gran exégeta y excelente maestro, quienes asistan participarán de diferentes actividades desde el carisma franciscano.
Las primeras sesiones se dedicarán a la lectura de la Biblia, intentando no solo acercarse a sus textos de la mano de fray Domingo, sino comprenderla y comprender lo que son las Sagradas Escrituras para los cristianos, sacándolas del oscuro olvido del cajón de la mesita de noche o de ese aparador en el que llevan años abiertas por la misma página como un muestrario de la fe que se profesa en la casa.
Y es que nos hemos habituado a hablar de la Biblia como si dominásemos sus contenidos al mismo nivel con el que conocemos los mil y un pasajes del Quijote, pero no es lo mismo tener una Biblia rondando por estantes a modo decorativo que intentar dedicarle un rato de atención, una lectura consciente y sosegada que, como cristianos creyentes, nos sirva para acercarnos, o siquiera intentarlo, a la comprensión de muchas de las cuestiones que deberíamos conocer para nuestra formación espiritual. Y para ello, para poder valorarla en todo su contenido, se hace necesario que alguien como fray Domingo nos enseñe a leerla e interpretarla de forma correcta. Así de loable es esta iniciativa de formación tanto cristiana como cofrade, si es que no son lo mismo.
Por supuesto, y a mis escritos anteriores sobre el tema me remito, agradeciendo la dedicación de la Coordinadora Diocesana de Cofradías a los procesos formativos, en sus niveles básico y permanente con especial incidencia en la práctica sacramental y en la doctrina social de la Iglesia, sigo echando de menos esa parte de formación de directivos cofrades (sensu Normas de las Cofradías de la Diócesis de Salamanca) más prosaica por deberse centrar en aspectos de gestión y administración, necesarios en el día a día para poder llevar adecuadamente las riendas de una cofradía más allá de su dimensión espiritual. No obstante, actividades como la programada por la Hermandad Franciscana son dignas de encomio, como mínimo por dedicar sus esfuerzos a desarrollar, de alguna manera, el articulado de las Normas Diocesanas en estos aspectos formativos.
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