06-02-2023
Hace una semana presentamos en el Casino el último poemario de José Manuel Ferreira Cunquero, Ceremonia de la Luz. Estamos ante una especie de diario personal, aparentemente caótico en su configuración, en el que el autor comparte verso a verso las experiencias de su viaje-peregrinación por Tierra Santa durante la primavera de 2017.
La poesía, igual que sucede con las
otras artes, no se termina nunca de abarcar. Continuamente aparecen matices
novedosos, interpretaciones que se complementan o contraponen, porque el arte y
la literatura obligan a adentrarse en un proceso en el que la iniciación nunca
termina. Y sí, se puede admirar una pintura o leer un poema de cuya autoría lo
desconocemos todo. Se puede disfrutar con ella, apreciar su valía, admirar y
aprender del mensaje que encierra y nos transmite. Pero el conocimiento del
creador nos allana el camino y nos da las claves para una aproximación más
certera.
Por ello, para orientar
adecuadamente la lectura de este poemario, resulta imprescindible comprender
las motivaciones que llevaron al autor a fundar la Hermandad Franciscana del
Santísimo Cristo de la Humildad. Hay, en el fondo de su alma, una experiencia vital
que, fundamentada en la espiritualidad franciscana, le ha unido desde siempre a
Tierra Santa. Sobre este sustrato generado en las tierras de Aliste, por la
pertenencia de varios familiares a la Custodia de Tierra Santa, creció la experiencia
participativa en el complejo, a veces atormentado, mundo de la Semana Santa
popular. Aliste imprime un carácter que arraiga en las creencias y moldea un
espíritu singular, aferrado a lo sagrado en las mil variantes que enriquecen el
folclore religioso de esta región tan obligada a hacerse periferia.
Los dos pilares que sostienen
esta manera de entender el hecho religioso, el de las creencias firmes,
asentadas en unas prácticas devotas que nacen del pueblo, y el de la
oficialidad reglada de la Iglesia representada por los frailes franciscanos,
están en la base de la fundación de la Hermandad Franciscana de Salamanca y se
cuelan de manera constante entre los poemas del libro. No podemos dejar al lado
que ese viaje a Tierra Santa fue promovido por una recién fundada Hermandad
Franciscana, sin estrenarse aún en la Semana Santa procesional.
La ayuda a Tierra Santa a través
de la Custodia es el objetivo prioritario de la hermandad. Y la promoción de
las peregrinaciones ocupan el lugar preferencial. Por eso el temprano viaje de
mayo de 2017, con las inolvidables experiencias de recorrer los lugares
sagrados y ser recibidos por Francesco Patton, el Custodio, que hizo entrega de
las reliquias que luego se introdujeron en la cruz del Cristo de Mayoral. De
aquellas anotaciones, tomadas a vuela pluma durante el tiempo de pausa, a las
que dio forma definitiva durante los días del encierro obligado por el
confinamiento, ha surgido este libro, Ceremonia
de la Luz que, según el autor, nació del caos. Porque el caos es inherente
a Tierra Santa. El viacrucis por la
Vía Dolorosa, la entrada en el Santo Sepulcro y el callejeo por esas calles que
fueron las de Jesús el Cristo, transcurren siempre en medio del caos.
El caos ha sido también, en el
mejor sentido de la palabra, una constante en la trayectoria del autor. Porque
el caos no tiene que ser intrínsecamente negativo. Un libro anterior de
Ferreira, Exégesis del caos, acabó
convirtiéndose en una bellísima hermenéutica sobre la creación poética. En esto
coincide nuestro poeta con los griegos, en cuya cosmogonía al principio era el
caos. Y del caos surgió todo lo creado, los dioses, los hombres y la Historia.
Efectivamente, al principio era el caos, el caos maravilloso que José Manuel
Ferreira vivió en Tierra Santa y dio lugar a esta obra, Ceremonia de la luz, que tuvimos la dicha de presentar en sociedad la
semana anterior.
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