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20-10-2023
Siendo la envidia uno de los pecados capitales, ‒los más graves‒, y además reconocida como deporte nacional en ámbitos más mundanos, cabe la posibilidad de convertir ese mal sentimiento, que nos corroe por dentro ante la dicha ajena, en una virtud. Y es bueno cultivar las virtudes, por ello, la envidia sana es algo que me agrada.
En este principio de curso cofrade, de nuevo siento una sana envidia cuando se hacen bien las cosas. Más aún, si cabe, cuando es el pastor de la grey el que se pone al frente de la misma, con visión pastoral y espíritu evangelizador. De nuevo me tacharán de mirar al sur, pero, si miramos para otras cuestiones menos importantes, por qué no remedar, siquiera en una ínfima parte, el buen desempeño de diócesis y obispos meridionales.
Mons. Saiz Meneses, impulsor decidido y convencido del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, a celebrar en Sevilla en diciembre del año próximo, anunciaba el pasado lunes, día 16, la tan esperada composición de la procesión de clausura, con las devociones más importantes de la ciudad y la diócesis. Pero siendo esto importante, para mí lo más importante es el marco en el que se hizo este anuncio, la conferencia de apertura del curso cofrade, que tituló: Piedad popular, llamados a la santidad y a la evangelización, donde marca unas líneas pastorales para el mismo, exponiéndolo a los cofrades, en este caso del Consejo de Hermandades de la ciudad. Lo dicho, envidia sana.
Solo dos pinceladas de lo expuesto, que, tomando como referencias escritos y homilías del propio papa Francisco, la «Carta Pastoral de los Obispos del Sur» de la que comentaba recientemente Tomás González en su artículo «Refugios de misericordia», nos lanza la idea principal de la necesidad de la existencia de las hermandades para evangelizar. Sí, somos necesarias, cada día más, para la evangelización, para ese primer anuncio del que tanto se habla pero que no se practica mucho (salvo honrosas excepciones). Me permito citar una de las frases que más me llamaron la atención: «la principal preocupación de una junta de gobierno no ha de ser el cuidado del patrimonio material, que también tiene su importancia, cuanto llevar el Evangelio a todos sus miembros».
Otra idea fundamental es la vocación a la santidad que debe tener cualquier cofrade. Este es el mayor reto de la piedad popular en los tiempos que corren. Pero debe ser una aspiración como hijos de Dios que somos.
Dos pinceladas, como digo. Ahora espero con interés el programa del congreso, que, sin duda, será de gran interés para todos los que nos sentimos cofrades por vocación. Estoy seguro de que huirá de fórmulas repetidas hasta la saciedad en encuentros y congresos supuestamente cofrades, donde se habla mucho de turismo, algo de arte y poco o nada de Dios.
Nuestro curso cofrade empieza oficialmente el próximo domingo con una «misa de acción de gracias», ¿no lo son todas? Y después una comida de confraternidad, que está muy bien. Pero, ¿alguna charla formativa?, ¿algún plan pastoral por pequeño que sea?, ¿alguna celebración de encuentro con el Señor con una cierta periodicidad? ¿Hay alguien ahí?
Lo dicho, copiemos algo de todo lo bueno que se hace, que es mucho.
Envidia sana.
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