lunes, 27 de noviembre de 2023

El aguardiente en la Semana Santa

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Olivio Arribas Sastre

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27-11-2023


La mismísima Fragua de Vulcano sentiría celos al ver el incesante ajetreo de las bodegas castellanas y leonesas en las tardes noches del pasado aún reciente. La elaboración del orujo era como un ritual en nuestros pueblos; no solo era la obtención de ese inmaculado líquido, si no la congregación de muchos de los paisanos que allí se reunían para degustarlo y hablar de sus quehaceres del campo. Desgraciadamente, debido al duro trabajo que ello supone y a las estrictas leyes que lo regulan, las alquitaras o alambiques han pasado a formar parte de la decoración de las casas, patios y bodegas.

¡Ese buen chorro de aguardiente mañanero que regaba el gaznate de los hombres al comenzar una extenuante jornada de trabajo en las labores típicas del campo, o esa copita con sus sabrosas perrunillas, en la antesala de la casa, antes de dirigirse a la pocilga para la matanza…! Todo ello se ha vaporizado y solo queda en el recuerdo de los más ancianos.

Pero, ¿qué tiene que ver el aguardiente con la Semana Santa? Bien es sabido que el espíritu católico no invita a beber desmedidamente y menos en esas fechas en las que se pretende honrar con sumo respeto la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

En Zamora, a las cinco de la madrugada del Viernes Santo, sale la famosa procesión del «Cinco de Copas», mal llamada de los borrachos por la gran cantidad de penitentes que desfilaban con exceso de alcohol corriendo por sus venas. Previa a esta procesión salía a las once de la noche el Jesús Yacente y los cofrades, para combatir el frío y hacer tiempo hasta las cinco de la madrugada, se «cargaban» de aguardiente y hacían célebre el refrán de con amor y aguardiente nada se siente. A mitad de recorrido, en las Tres Cruces, se hace el descanso estatutario de treinta y cinco minutos y se asienta el cuerpo con las célebres sopas de ajo en su cazuela de barro.

Pero no solo en Zamora el orujo corría sin medida. En Huelva, el famoso «aguaó», en el Cristo de la Sangre, pasaba aguardiente a los cargadores para hacer más liviano el peso del paso. Ahora, los jóvenes prefieren el whisky y siguen con su tradición. En Cuenca toman «resolí» o Sangre del Nazareno y hacen célebre la frase de cuando en Cuenca huele a resolí es que la Semana Santa ha llegado. En Valencia por esas fechas toman «Barrejat» y en La Rioja su famoso «zurracapote» (vino tinto macerado con limones y melocotón), que eleva el espíritu de los cofrades y devotos. En León, en la noche del Jueves Santo, se celebra el Entierro de Genarín, célebre borracho que murió en la calle. Aquí no hay limitaciones al tipo de alcohol a ingerir.

Para finalizar con este pequeño recorrido por nuestra geografía y la relación de algunas bebidas espirituosas con la Semana Santa, mencionaremos el «Ojén», famoso aguardiente anisado de la Sierra de las Nieves, Málaga, que se convirtió en huésped habitual de la Casa Real española.

Las bajas temperaturas y el cansancio de los feligreses fueron y aún siguen siendo, un fiel aliado del orujo, al que especialmente un nutrido grupo de la juventud ha encontrado otras bebidas alcohólicas como sustituto. Afortunadamente, queremos pensar que la mayoría de estos jóvenes, y no tan jóvenes, busca el recogimiento espiritual en esas fechas y no necesita de otro calor sino el del amor a Jesús.

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